Publicada el 11 de enero de 2018
Visita el Museo Cerralbo
Esta será la primera visita de la serie que tenemos programada para 2018. Tendrá lugar el viernes 19 de enero y en ella conoceremos el Museo Cerralbo. Su duración aproximada será de 1 hora. El número máximo de asistentes es de 12, por lo que nos repartiremos en dos turnos, uno a las 11.00 horas, y otro a las 12.15 horas. El reparto lo haremos por orden riguroso de inscripción y, por supuesto, notificaremos de antemano qué turno nos corresponde a cada uno.
El punto de encuentro de cada uno de los turnos será la calle de Ventura Rodríguez 17, casi esquina a Ferraz 6, ante la sede del Museo. La estación de metro más cercana es Plaza de España (líneas 3 y 10).
La visita está abierta a socios de Trotea y a familiares o conocidos que les acompañen. Es necesario que confirméis vuestra asistencia con antelación, indicando vuestro nombre y el número de asistentes, así como el turno preferido, a José Luis Díaz de Liaño (teléfono 666 353 221; correo electrónico jdl2008@hotmail.es). El precio de la visita es de 3 euros por persona para los socios de Trotea mayores de 65 años, y de 6 euros para los socios de Trotea menores de 65 años y para los no socios. Este precio lo abonaremos al llegar al punto de encuentro.
Nos acompañará en la visita Angela Reina García, profesora de Historia del Arte y guía de la Comunidad de Madrid, cuya solvencia ya conocemos de anteriores eventos.
Para información más detenida sobre la visita, podéis seguir leyendo.
Los marqueses de Cerralbo
En nuestra visita tendremos ocasión de ver un gran lienzo que firmó en 1833 Valentín Carderera, pintor de cámara de María Cristina de Borbón (la reina gobernadora, madre de Isabel II), con la efigie imponente de Fernando de Aguilera y Contreras (1784-1838), XV marqués de Cerralbo y caballero de la orden del Toisón de Oro. El marqués, de cuerpo entero, luce aguda mirada y lleva una impresionante prenda de color marrón oscuro. Por entonces acababa de ser nombrado Caballerizo Mayor de la joven reina Isabel II, a quien siempre había mostrado fidelidad tras una azarosa vida política en las filas liberales, jalonada por su pertenencia a la masonería y por su actuación como Jefe político de Madrid durante el trienio constitucional (1820-23).
No fue él, sin embargo, quien ocupó la casa museo que vamos a conocer, porque esta se levantó 50 años después, cuando Isabel II ya estaba en el exilio y ocupaba el trono su hijo Alfonso XII. Su construcción se debe a Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922), sobrino nieto del mencionado Fernando de Aguilera y XVII marqués de Cerralbo, así como marqués de Almarza y Campo Fuerte, y conde de Alcudia, Foncalada y Sacro Romano Imperio, dos veces Grande de España. Salvo en la acumulación de títulos, la figura de Enrique de Aguilera parece contrapuesta, sin embargo, a la de su tío abuelo. Miembro del partido carlista desde los 24 años, su vida política estuvo ligada a la del carlismo: diputado a Cortes durante unos meses, fue desde 1884 hasta su muerte Senador por derecho propio. Mantuvo una estrecha colaboración con el pretendiente Carlos María de Borbón (Carlos VII), que le nombró representante suyo en España y para quien desempeñó una activa campaña de movilización política e institucionalización del partido. Sin embargo, superado por el ala más radical del carlismo, dimitió en 1899 alegando problemas de salud. Más tarde, en 1909, volvió a la política al servicio del nuevo pretendiente, Jaime de Borbón y Borbón-Parma (Jaime III), aunque su posición conciliadora volvió a colocarle en difícil posición y terminó por dimitir en 1918.
Fuera de la política, el marqués de Cerralbo, un ejemplo perfecto de diletante, manifestó vivo interés por la literatura y las bellas artes: cultivó la poesía, el dibujo, la pintura y la agricultura, fue un importante pionero de la arqueología española, dirigiendo en este sentido más de un centenar de intervenciones y excavaciones, y destacó como apasionado coleccionista de arte. Casado con Inocencia Serrano Cerver, treinta años mayor que él, viuda y con dos hijos, viajó con ella por toda Europa durante largos años como coleccionista infatigable de antigüedades y objetos de curiosidad. Coincidía en esto con Lázaro Galdiano, con quien, al parecer, mantuvo contactos como aficionado al arte.
Precisamente para albergar esas piezas, sus hijastros adquirieron y le donaron el solar de la calle de Ventura Rodríguez. En 1884, el marqués encomendó la construcción de la casa al arquitecto Alejandro Sureda, dándole sin embargo sucesivas y prolijas instrucciones y modificaciones, hasta el punto de que es difícil deslindar lo que se debe a uno y otro. Las obras, que duraron diez años, fueron continuadas luego por Luis Cabello Asó y, finalmente, por el hijo de este, Luis María Cabello Lapiedra. El edificio comprendía semisótano (para los servicios), planta entresuelo (para la intimidad familiar), planta principal (zona noble, de protocolo) y dos plantas superiores, más un jardín en la parte trasera.
En 1922, al fallecer, el marqués legó sus colecciones, muebles y objetos a la “Nación española” y dispuso que «por siempre jamás quede el piso principal, portería y gran escalera de la finca destinado a contener todas las colecciones». Dejó en usufructo las dos plantas superiores a su hija política, la marquesa de Villahuerta, que las utilizó como vivienda privada hasta su muerte, en enero de 1927. Años después, se encomendó una importante reforma a Fernando Chueca Goitia, en la que se suprimió la última planta y tras la cual se abrió la casa como museo. Una última rehabilitación y reorganización interior, finalizada en 2010, ha tratado de devolver al conjunto el aspecto que tenía durante la vida de sus propietarios.
La fachada, con la habitual bicromía de ladrillo rojo y piedra blanca, es de un clasicismo moderado. Consta de dos alas a las calles de Ventura Rodríguez y de Ferraz, unidas por un cuerpo central, en el chaflán, a modo de bisagra. En el ala de la calle Ferraz, a la altura de la planta principal, una serliana (un arco de medio punto entre dos huecos adintelados más bajos) refuerza la impresión clasicista.
El interior se dispone alrededor de un patio central y tiene una profusa decoración neobarroca, sobre la que destacan los numerosos objetos decorativos que se exhiben con profusión lindante con el abigarramiento. La planta semisótano comprende las dependencias museísticas. En la planta entresuelo, a la que se accede por la espectacular Escalera de honor, se sitúan los salones Rojo, Amarillo y Rosa, más el Recibimiento, la Capilla, el Salón de recibir, el Salón comedor de diario y el Salón de música. En la planta principal, se suceden nuevas estancias: Armería, Salón árabe (inexcusable en un palacete de la aristocracia de la época), Salón estufa, Pasillo de dibujos, Salón de ídolos, Salita imperio, Comedor de Gala, Sala de billar, Salón chaflán, Despacho y Biblioteca, y Salón de baile.
Es realmente espectacular el Salón de baile, que fue lugar de reunión de destacadas personalidades en las fiestas que se celebraban en la casa. Hay constancia, por ejemplo, de la asistencia a esas reuniones de aristócratas como el marqués de la Romana, los duques de Alba, de Medinaceli o de Osuna, políticos como Eduardo Dato o Vázquez de Mella, artistas como Mariano Benlliure, Arturo Mélida, Pérez Villamil o Moreno Carbonero, o escritores como Emilia Pardo Bazán o Menéndez Pelayo.
Entre las piezas exhibidas, podríamos destacar una Inmaculada Concepción, de Zurbarán, un retrato de Andrea Doria, de Tintoretto, o una Piedad de Alonso Cano. Pero en conjunto son más de 20 000 objetos, aparte los libros, por lo que es difícil elegir. Es más recomendable dejar que la mirada vague por ellas y se detenga en las que más atraigan su atención.
Me he apuntado a la visita Museo Cerralbo y he dicho que era socio por el hecho de estar suscrita, como no es así que requisitos se precisan para hacerlo?.
Gracias.