Trotea publica los textos ganadores del segundo certamen de textos para microteatro


Publicado el 29 de febrero de 2020.

La asociación cultural Trotea, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de la actividad cultural desde 2003, ofrece a continuación los tres textos que han resultado ganadores del segundo Certamen de microteatro, tras el fallo del Jurado, reunido el pasado 26 de diciembre, y la posterior apertura de plicas, el 28 de diciembre de 2019.

Los autores galardonados, cuyos premios se entregaron durante la Asamblea General de la asociación celebrada el 2 de febrero de 2020, son Marcos Julián Spanevello y Blas Máximo Calabrese, primer premio, por su obra KinecuánticaIván Vallejo Vall, segundo premio, por Ensayos no destructivos, y Eva Balaguer-Cortés López, tercer premio, por In memoriam.

A continuación ofrecemos los textos íntegros de las obras premiadas.


Primer premio: Kinecuántica

Autores: Marcos Julián Spanevello y Blas Máximo Calabrese

Nacidos en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina, ambos autores se iniciaron en la escritura teatral en 2009, creando la productora de contenidos artísticos «Squadra Dramaturgia». Hasta el momento han escrito en colaboración diez obras de teatro que abordan el humor y el drama cotidiano. En 2018 iniciaron el ciclo “Litertulia”, en el que se convoca a distintas personalidades del medio artístico a reflexionar sobre la literatura y sus diversas áreas de inserción. En 2019 obtuvieron una mención especial de la Legislatura porteña (órgano legislativo de la Ciudad de Buenos Aires) por la coautoría de la obra «Grandes divanes» (humor + psicoanálisis). Actualmente trabajan en el montaje y realización de cuatro obras para microteatro.

PERSONAJES:

GISELLA (34 años)

VICTORIA (45 años)

Escena única

Se ilumina el living del departamento de GISELLA. En el centro de la escena hay un sillón de tres cuerpos. Está decorado con un camino y almohadones estilo hindú. Delante del sillón, en el centro y en el suelo, hay una lámpara de sal encendida, rodeada de piedras de cuarzo. GISELLA está sentada en el borde izquierdo del sillón y sostiene un cuenco tibetano con el que efectuará distintos tipos de sonidos. Viste ropa suelta como para prácticas de sanación. VICTORIA está sentada en el sillón sobre el extremo derecho. Viste ropa sport de buena calidad,

Escena única, en charla ya iniciada:

GISELLA: Es una técnica de diagnóstico y tratamiento para dolencias o sintomatologías físicas, emocionales y espirituales, siempre en el plano inconsciente… (VICTORIA saca un cigarrillo Virginia Slim de su cartera.) Disculpá, acá no se fuma. (Victoria guarda el cigarrillo.) Te decía, con la kine podemos saber ¿qué? ¿dónde? ¿por qué y para qué? Tratamos el síntoma y además trabajamos sobre la causa. Conectamos a niveles de conciencia que nos darán todas las respuestas y nos indicaran el tratamiento más apropiado.

VICTORIA: (Tocando los almohadones.) ¿Son de Estambul?

GISELLA: No, del Once.

VICTORIA: ¿No fuiste a Estambul?

GISELLA: (Sorprendida.) Sí. . . hace dos años. (Después de unos segundos.) Continúo, con la física cuántica también podemos realizar el testeo a distancia mediante telekinecuántica.

Para la sanación, recurrimos a diferentes sistemas florales y remedios cuánticos. También utilizamos el biomagnetismo y la acupuntura cuántica. ¡La Kinecuantica te muestra todo tu Ser!

VICTORIA: ¿Alquilas o es tuyo?

GISELLA: ¿Qué cosa?

VICTORIA: (Incorporándose.) El espacio. Debo reconocer que, aunque es diminuto, resulta agradable. Tenés buen gusto … ¡Hay buena vibra!

Muy interesante, Gisela, toda la info de la kine, suena revelador. ¿Hace mucho que hacés esto?

GISELLA: Un año y medio.

VICTORIA: ¿Y antes?

GISELLA: Hice yoga, soy instructora. Bueno, Victoria, contame algo de vos. ¿A qué te dedicas? ¿Hacés alguna actividad física? ¿Mucho sedentarismo?

Se enciende una luz puntual sobre VICTORIA. Mira hacia delante y cuenta de forma autómata.

VICTORIA: 6 am, despertador. Siete menos, diez hijos en la puerta de la escuela. Balizas, doble fila. Gimnasio, ducha. Estudio de arquitectura. Doce treinta en punto, recordatorio del celular Trece horas, puerta de la escuela nuevamente. Casa, comida y deberes. Patín para la mayor y fútbol para el menor. Té y compras con amigas. Supermercado, cena, baño, marido, cama. (Se apaga la luz puntual sobre Victoria.)

GISELLA: (Incorporándose.) Ok, pasemos al cuarto donde tengo la camilla. (Hace el gesto de pasar a otro fugar, a su izquierda.)

VICTORIA: (Curiosa y sentándose en el sillón.) iContame algo de vos!

GISELLA: ¿Por ejemplo?

VICTORIA: ¿Sos sedentaria? (Se ríe.) Vamos con algo más profundo. ¿Sos una mujer realizada?

GISELLA: (Sorprendida.) Eso es muy subjetivo. ¿Qué preguntita? (Hace sonar el cuenco que tiene en su mano.)

VICTORIA: (Con cierta amargura.) Yo era feliz… ¿Qué pensás del amor?

GISELLA: (Tratando de no involucrarse en las respuestas.) Está en todos lados.

VICTORIA: Pero en las parejas se hace tangible.

GISELLA: También es aplicable a otras cosas. Vos seguramente hacés con amor las tareas de tu hogar, de tu trabajo.

VICTORIA: Es otro amor. (Comenzando a caminar por el living y a mirarla más incisivamente.) Ya sé, seguro sos una persona con una sensibilidad no convencional, que siempre logra lo que se propone, (animándose) sin prejuicios en la cama.

GISELLA: (Con cierta incomodidad.) Si buscás tener esa información íntima, no lo vas a conseguir.

VICTORIA: (Irónica.) Es que lo veo en tu aura.

GISELLA: (Queriendo cortar con el cuestionario.) ¿Empezamos?

VICTORIA: (Sin escucharla.) Me dijeron que hacés muy bien tu trabajo.

GISELLA: (Molesta.) ¿Quién te mandó?

VICTORIA: (Misteriosa.) Una persona a la que le cambiaste la vida, por eso también estoy acá, porque el cambio fue positivo (haciendo énfasis), y muy evidente.

GISELLA: ¿Y quién es esa persona?

VICTORIA: Te conoció en el ámbito laboral. La empresa donde trabaja te contrató para unas clases de yoga, lo que llaman «Pausas saludables».

GISELLA: (Fastidiándose.) Trabajé para muchas.

VICTORIA: (Gozándola.) Pero él, siguió con clases particulares (GISELLA permanece en silencio), estoy hablando de Juan…

GISELLA: ¿Juan… qué?

VICTORIA: (Ácida.) Juan, Cas – tro – gio – va. . .

GISELLA: ni. . .

VICTORIA: (Irónica.) ¡Bingo! ¿Viste que chico es el cosmos?

GISELLA: (Queriendo sobreponerse a VICTORIA.) Disculpame, ¿a qué viniste?

VICTORIA: A una sesión de Kinecuántica, pero la vida nos propone otra cosa. Hablemos.

GISELLA: No soy tu terapeuta, y en un rato viene otro paciente.

VICTORIA: Mi terapeuta ya me dio el alta. (Agarra un monedero de su bolso, saca unos billetes y los deja sobre la mesa ratona). iAvísale que no venga! (Retomando.) ¿Qué es Juan para vos?

GISELLA: Un alumno.

VICTORIA: Primera mentira.

GISELLA: (Poniéndose firme.) ¿Qué tendría que contestar?

VICTORIA: Repregunto: Juan te quiere un montón. ¿Vos?

GISELLA: (Segura en sus respuestas.) Como a cualquier alumno.

VICTORIA: (Enumerando y contando algo que sabe muy bien.) ¿Con todos tus alumnos hablaste más de una hora en la madrugada de la última navidad? ¿Todos tus alumnos te sacan entradas cada vez que viene el Cirque du Soleil?

GISELLA: (Desentendiéndose.) iNO!

VICTORIA: ¿Cuántos alumnos te regalaron un viaje a Estambul?

GISELLA: (Hartándose.) ¡Ninguno!

VICTORIA: ¿Y con cuántos te fuiste una semana a un Hotel Resort en Hawaii?

GISELLA: (Enojada.) ¡Jamás me llevó a Hawaii!

VICTORIA: (Bajando el tono.) A mí sí, para mis 40. (Se miran.) iCaíste! (Saboreando amargamente el triunfo.) Al fin empezamos a entendernos.

GISELLA: (Dándose cuenta.) ¿Vos sos Victoria?

VICTORIA: De Castrogiovani, mucho gusto (acercándose lentamente a GISELLA). Desde hace años convivimos las dos, sólo me faltaba conocerte, verte la cara. (Imperativa.) Compartimos un mismo problema. (Se para frente a ella.)

GISELLA se sienta en el apoyabrazos del sillón, VICTORIA la mira y ella trata de no hacerlo.

GISELLA: (Mientras asimila la situación. Luego de un momento.) Mirá, yo no puedo volver el tiempo atrás. Me sentí mal muchas veces. Él me decía que entre ustedes ya no pasaba más nada y que estaba por divorciarse. Le creí.

VICTORIA: (Caminado.) iCómo le vas a creer a Juan! iDice cualquier cosa! ¡Tendrías que saber que es incapaz de decidir algo solo!

GISELLA: (Justificándose.) Quiero que sepas que estoy empezando una nueva relación, me va muy bien y Juan lo sabe.

VICTORIA: (Asombrada) ¿Cómo vas a dejar al gordo? ¿Sabés lo que te quiere?

GISELLA: (Sorprendida.) ¿Qué estás diciendo?

VICTORIA: (Tratando de ser persuasiva.) Vine porque me di cuenta que algo malo está pasando entre ustedes dos. iY quiero que pienses bien lo que vas a hacer!

GISELLA: ¿Qué tengo que pensar?

VICTORIA: Cuando ustedes se ven, en nuestra casa se renueva todo. Juan mira a los nenes con ternura de padre. Me vuelve a valorar como la mujer con la que hace años formó una familia. Se pone sexy, atractivo, vital, creativo. iNo es justo, no nos podés hacer esto!

GISELLA: (Asombrada.) No sé qué responderte. Ya no estoy más con Juan.

VICTORIA: (Casi suplicándole.) i Pensá en los chicos! (Suspirando y después de un breve silencio.) A ver, contanos, ¿con quién nos querés engañar?

GISELLA: (Tratando de reponerse.) Se llama Germán, fuimos compañeros de escuela. Este verano nos volvimos a encontrar en la playa.

VICTORIA: (Interrogando.) ¿Cuántos años tiene?

GISELLA: La misma edad que yo.

VICTORIA: ¿También es casado?

GISELLA: No. (Breve pausa.) Nos está pasando algo muy fuerte, estamos pensando la idea de irnos al sur, comprar una tierra, levantar nuestra propia cabaña.

VICTORIA: (Maternal.). Pará, no sigas. Eso nos pasa a todos. Idealizamos a alguien, lo vemos perfecto, creemos que solamente es para nosotros y construimos una familia en base a eso. Después pasa el tiempo y todo lo que armamos se va agrietando. Escuchá: cuando me casé con Juan, viajamos al sur a ver las ballenas, porque a mí me gustaban. Nos fuimos en un Citroën viejo. Anduvimos todo el viaje cantando. No había radio, así que cantábamos nosotros, canciones de Rack Nacional. Cruzamos felices la Patagonia en ese cacharro. Al principio siempre es así, después los años pasan, los autos se vuelven cada vez más confortables, las mismas distancias se acortan, y las parejas dejamos de cantar… juntas.

GISELLA: (Abrumada.) Dejame hacer mi viaje.

VICTORIA: (Honesta.) Si te sirve de algo, no te guardo rencor. (Amable.) No dejes pasar esta oportunidad, te lo digo como mujer, Juan también te ama. iPensalo!

GISELLA: (Para sí.) iEsto no puede ser real!

VICTORIA: Aparte, una cabaña en el sur, en invierno, ¡te vas a cagar de frío!

GISELLA: Me costó un montón cerrar la historia con Juan, y ahora venís vos con este pedido.

VICTORIA: Mirame a los ojos, con una mano en el chakra del corazón, te pregunto: ¿Vos lo querés?

GISELLA: (Incómoda.) Hemos pasado buenos momentos.

VICTORIA: (Interrumpiendo.) Confiá en mí. ¿Lo querés o no lo querés?

GISELLA: iSí!

VICTORIA: Bueno, el gordo está destruido. Hace dos semanas que no quiere comer, le hablo y no me responde. Dejó de ir a jugar al fútbol con los amigos. Con los nenes está irritable. El otro día le pegó al menor.

GISELLA: ¿El gordo le pegó a Bauti?

VICTORIA: iMomentito, gordo le digo solamente yo! (Retomando.) iViste, se está poniendo violento, controlador! Quiere saber todo el tiempo qué hago y a dónde voy.

GISELLA: (Asombrada.) ¿Te ves con alguien?

VICTORIA: (Cortante) No voy a hablar de mi vida privada. (Retomando.) iEstá mal de amor, Gisella! Está sufriendo, nosotras lo podemos ayudar, por eso vine.

GISELLA: Me duele la cabeza.

VICTORIA: ¿Y a mí? (Después de unos segundos.) Mirá, si necesitás te doy todo el tiempo que necesites para que lo pienses. ¿Tres minutos te alcanzan?

GISELLA: (Atormentada.) No tengo nada que pensar. Ahora es un tema entre vos y tu marido.

VICTORIA: ¿Vos sos hermana de Poncio Pilatos? (recriminando). Llevás una relación clandestina con mi esposo desde hace algunos años y pretendés escaparte como si nada.

GISELLA (Perdiendo la paciencia) iNo querés escuchar, estoy de novia y no le vay a ser infiel a Germán! Mi consejo es que ustedes se den el tiempo necesario para volverse a encontrar. Él te ama.

VICTORIA: (Sorprendida.) ¿En serio? (GISELLA asiente con la cabeza.)

GISELLA: (Yendo hasta VICTORIA) Hace unos meses vivía enferma, el cuerpo me estaba queriendo decir algo. iLa Kinecuántica me dio la respuesta, en esta vida Juan y yo no podemos estar juntos!

VICTORIA: (Insistiendo.) iY yo te digo que vos y Juan tienen que estar juntos, porque hay algo que todavía no sabés!

GISELLA: ¿Qué es lo que tengo que saber?

VICTORIA: iNo lo vas a escuchar de mi boca!

GISELLA: (Enojada.) Te invito a que te retires.

VICTORIA: Ok, te lo digo.

Se enciende una luz puntual sobre VICTORIA. Mira hacia delante y cuenta de forma autómata

VICTORIA: Germán, pelo corto prolijo, morocho. Agraciado, metro ochenta. 77, 78 kilos. Ropa deportiva. Trabaja en un centro de rehabilitación hasta las 15:00. Tiene un Fiat Palio rojo, cinco puertas. Martes y jueves, natación. Miércoles, cena con la madre… (Se apaga la luz puntual sobre VICTORIA.)

GISELLA (Perdiendo la compostura.) iQué hacés loca! iSOS una psicópata!

VICTORIA: (Como fingiendo haberse olvidado.) Y una vez por semana, generalmente los jueves, se ve con Julieta Albarracín, compañera de la secundaria de ustedes (silencio de las dos), que por lo que tengo entendido salió Reina en el viaje de egresados de Bariloche. (GISELLA, después de asimilar la noticia, se sienta desplomada en el sillón. Silencio. VICTORIA se sienta al lado de ella, la mira con cierta ternura. Después de unos segundos se incorpora sobresaltada.)

VICTORIA: iLos chicos! (agarra de su cartera el celular, mira la hora y llama.)

Hola gordo, escuchame, necesito que vayas a buscar a los chicos… no nada, estoy con una amiga que le surgió un quilombito…

GISELLA: (Casi sin fuerzas.) Si es por mí… (Victoria le tapa la boca y le hace el gesto de silencio.)

VICTORIA: (Continuando.) Después te cuent … ¿Me podrás hacer ese favor?… No sé hasta cuándo, hasta que ella esté mejor… No te pongas pesado… Si pasa algo importante, me lIamás… En el freezer hay milanesas… un beso… (Corta. Mira a Gisella.) ¿Pedimos pizza y helado?

Apagón final.


Segundo premio: Ensayos no destructivos

Autor: Iván Vallejo Vall

Nacido en Barcelona, por motivos de trabajo o de estudios el autor ha vivido en los Estados Unidos, Francia, Brasil, Bélgica y Suiza, donde ha trabajado para las Naciones Unidas. Se inició en la escritura teatral en el Obrador de la Sala Beckett de Barcelona. Ha cultivado el género teatral (su obra Món animal ganó el premio de Teatro Breve INICIA’T 2010 de Badalona), además dela poesía (premio Gabriel Ferrater 2010 por su obra Itineraris) y el relato (premio de Libro de Cuentos de la Fundación MonteLeón 2015 por su libro Entropías personales).

Ensayos no destructivos: cualquier tipo de prueba practicada a un material que no altere de forma permanente sus propiedades. En general, los ensayos no destructivos proveen datos menos exactos acerca del estado de la variable a medir que los ensayos destructivos. Sin embargo, suelen ser más baratos para el propietario de la pieza a examinar, ya que no implican la destrucción de la misma.

Fuente: Wikipedia

PERSONAJES:

ANDREA

NOAH

ARIEL

Escena única

Habitación de un apartamento. En algún lugar de la habitación hay un teléfono. NOAH está mirando por la ventana. Entra ANDREA y cuelga el abrigo en el perchero.

ANDREA: Increíble. No te lo creerás.

NOAH: Ajá.

ANDREA: Quién lo hubiera dicho, un cambio tan pequeño, casi fortuito. Ojo, lo he hecho con toda la intención. Pero si hubieras visto cómo ha cambiado de actitud, ¡qué felicidad! Hace días que lo venía pensando, pero no me atrevía. Por el qué dirán -bueno, por el qué dirás tú-, pero ha sido decidirme -quizá ha ayudado un poco el azar, lo reconozco- y ver su reacción: cómo ha cambiado la mirada, incluso me ha dado un lametazo, ¿puedes creerlo? Ha sido como una revelación.

NOAH: Ya.

ANDREA: ¿Te acuerdas de la cena de empresa que tuvimos hace un mes? Cuando vino el antiguo director general para despedirse. Ojo, vino expresamente a nuestro país y a nuestras oficinas. El mismo que nos anunciaba los objetivos anuales cada año con un e-mail. No lo habíamos visto nunca -en persona, quiero decir, en vídeo sí- y viajó a nuestro país acompañado de su mujer. Ese día me vino la idea de lo de hoy. El nuevo director general tomó la palabra para agradecer los servicios prestados al antiguo y le pasó el micrófono para un último discurso. El hombre estaba emocionado y cogía de la mano a su mujer. Tardó un momento en encontrar el tono de sus mensajes anuales. Y entonces, la revelación. La primera revelación; la segunda ha sido la de hoy. Algún trabajador empezó a hablar. En voz alta, quiero decir. Después, otros también se pusieron a hablar y en unos segundos ya no se oía el discurso del antiguo director general. Yo también me puse a hablar en un tono de voz exageradamente alto. El hombre exigió silencio, después lo pidió y al final terminó el discurso con un hilo de voz casi inaudible, derrotado. ¿Te das cuenta? Nuestro director general, apenas unos segundos después de dejar el cargo, sin autoridad, despojado. El muy imbécil…

NOAH: Andrea.

ANDREA: El muy payaso, incapaz, inepto…

NOAH: Andrea.

ANDREA: Inútil, fracasado, un deshecho…

NOAH: ¡Andrea!

ANDREA: ¡Ese hombre no había entendido nada!

NOAH: ¡Basta! Andrea, no escuchas.

Silencio.

ANDREA: Perdona.

Silencio.

NOAH: ¿Cuál ha sido la segunda revelación?

ANDREA: ¿Cómo?

NOAH: ¿Qué has hecho hoy? Eso que me querías explicar. Si es que no te escuchas ni a ti.

ANDREA: Ah, sí. Hoy, cuando he sacado a pasear al perro, he decidido no decidir el camino.

NOAH: ¿Cómo?

ANDREA: Sí, he dejado que el perro decidiera por dónde ir. Me he dejado llevar un rato y, ¿sabes qué?, el camino ha sido completamente diferente. Nada que ver. Lo más sorprendente: no me ha llevado al parque. Nos habíamos hecho una idea totalmente equivocada, como el director general. Prefiere las aceras estrechas al parque. ¿Te lo puedes creer?

NOAH: Andrea, ¿dónde está el perro?

ANDREA: Ha decidido no volver a casa.

NOAH: ¿Cómo?

ANDREA: Nos habíamos hecho una idea completamente equivocada. Se le veía tan feliz… y me ha lamido la mano. ¿Te lo puedes creer? Nunca antes había pasado. Oler a otros perros, purgarse con las plantas de las macetas, eso sí. Pero lamerme la mano en la calle, nunca. Entonces lo he soltado.

NOAH: ¡Andrea! Tendremos que llamar a la perrera otra vez.

ANDREA: No, esta vez es diferente.

NOAH: ¿Ah, sí? ¿Por qué?

ANDREA: He decidido des-fundar la familia.

NOAH: ¿Qué?

ANDREA: Es la tercera revelación.

NOAH: Pero ¿de qué revelación hablas?

ANDREA: Noah, todo está relacionado: el director general, el perro, nuestra familia. Nos hemos hecho una idea completamente equivocada. ¿Tú crees que nuestra hija quiere estar aquí?

NOAH: Andrea, nuestra hija se fue la semana pasada con su pareja y no ha vuelto a casa.

ANDREA: ¡Lo ves!

NOAH: Tiene quince años.

ANDREA: Ya volverá. O no. Que haga lo que quiera. Hay que de-construir la familia, dejar de fingir que aquí hay alguien al mando.

NOAH: Andrea, nuestra hija se ha ido de casa con una persona que no conocemos y el niño es un desastre: solo le interesa el fútbol y juega mal. ¿De qué deconstrucción hablas?

ANDREA: No es eso, Noah. No es cuestión de dejar que todo se desmorone, sin más. Hay que desmontar la familia deliberadamente.

NOAH: ¿Deliberadamente? ¿No te acuerdas de cómo tuvimos la niña?

ANDREA: Sí, me acuerdo. Esta vez no tiene que ser así. El perro no se me ha escapado, lo he dejado ir. Yo lo he dejado ir.

NOAH: Andrea, seamos sinceros. Se te ha escapado el perro porque no le prestabas atención. Por eso ahora no tenemos al perro en casa. Ni a tu hija. No tiene nada que ver con la historia del director general. No has sabido cuidar del perro, ya está.

ANDREA: ¿Cómo sabes que nuestra hija quiere estar en casa?

NOAH: ¿Qué tipo de pregunta es esa?

ANDREA: Si siempre lo llevamos atado a una correa, ¿cómo sabes si el perro quiere o no quiere estar en casa? Fíjate en la niña: ha sido desatarla e irse. No he desatado al perro por descuido, llevo semanas pensándolo.

NOAH: ¿Quién te ha metido esas ideas absurdas en la cabeza?

ANDREA: ¿Qué quieres decir?

NOAH: Ha sido Ariel, ¿verdad?

ANDREA: Ya te lo he dicho, llevo días pensando en esto. Ha sido idea mía.

NOAH: Claro, no tiene hijos, ni pareja y a los padres los mandó a la residencia. Con 50 años. Así es fácil teorizar sobre la deconstrucción familiar.

ANDREA: Noah, ¿por qué no puede ser mía la idea? ¿Crees que soy incapaz de tener una idea propia?

NOAH: Andrea, seamos sinceras. El día de la cena de empresa, cuando el antiguo director general empezó su discurso, ¿fuiste tú la primera persona en alzar la voz?

ANDREA: No. La primera, no.

NOAH: ¿Y la segunda? (Silencio.) ¿O la tercera? (Silencio.) ¿O la cuarta?

ANDREA: No. Vale. ¿Qué quieres decir?

NOAH: Andrea, tú esperaste a que la mayoría de la gente hablara. A que hubiera un ruido de fondo suficientemente fuerte como para que tu voz no se notara. Solo entonces alzaste la voz. Quizá no fuiste la última persona, porque eso hubiera sido también un riesgo, no fueran a pensar que estabas del lado del director general destronado. Fue así ¿verdad? Te dejaste llevar, como cuando sacaste a pasear al perro. Tú eres así: sigues a otras personas, incluso a animales. (Silencio.)

ANDREA: Más o menos, todos somos así. ¿Acaso tú eres diferente?

NOAH: Quizá.

ANDREA: ¿Qué quieres decir? (Silencio.) ¿Qué quieres decir?

NOAH: Quieres desmontar la familia. Muy bien. Y yo, ¿qué?

ANDREA: No te entiendo.

NOAH: Sabes muy bien lo que quiero decir. Quizá a mí no me apetece llamar a la perrera para que recuperen al perro; ni a la policía para que encuentren a la niña; ni a la escuela para que vuelvan a aceptar al niño. Porque lo más fácil para mí sería dejarte y que de-construyas la familia por tu cuenta. Como Ariel. (Silencio.) Incluso, me podría ir con Ariel…

ANDREA: (Con inquietud.) ¿Con Ariel?

NOAH: … y filosofar sobre la última cena de empresa y la destrucción de familias ajenas, mientras follamos ocasionalmente.

ANDREA: (Con inquietud creciente.) ¿Con Ariel?

NOAH: Sí, con Ariel.

(Silencio.)

ANDREA: ¿Tenemos algo para cenar?

Tiempo. Se oye el ladrido de un perro. NOAH se acerca a la ventana.

NOAH: ¿Llamas a la perrera? Con un poco de suerte ya habrán encontrado a la perra.

ANDREA: ¿No era un perro?

NOAH: ¿Acaso se lo preguntaste? A lo mejor nos hemos hecho una idea completamente equivocada.

Silencio. ANDREA se dirige al teléfono.

NOAH: Voy a ver si queda algo en la nevera.

NOAHsale de la habitación. ANDREA coge el teléfono. Tiempo. ANDREA marca un número. Tiempo.

ANDREA: ¿Ariel?

Fin.


Tercer premio: In memoriam

Autora: Eva Balaguer-Cortés López

Nacida en Zaragoza, donde reside, estudió Arte Dramático y trabajó como actriz durante más de una década. Su afición literaria, tardía, se vio recompensada en 2009 con el premio “Relatos de Mujeres” por su novela corta Victoria. Ha cultivado el género infanto-juvenil, en el que ha obtenido galardones como el del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2016. La obra In memoriam es su primera aventura como dramaturga.

La escena se desarrolla en un futuro cercano, sobre el año 2040.

Tanto la caracterización de los personajes como la escenografía son similares a la actualidad con algún toque de ciencia ficción.

PERSONAJES:

DR. NEMO: Entre psiquiatra y científico. Es enérgico y da confianza. Va vestido con traje.

ENGRACIA: Su ayudante. Típico aspecto de monja estricta. Vestida muy discreta. Considera su labor un acto de bondad.

RUBÉN: El cliente. Joven que puede recordar a Lord Byron. Enamorado y atormentado.

ESCENOGRAFÍA:

A la derecha: una mesa con dos sillas, una a cada lado. El típico punto de atención al cliente.

En el centro, casi en proscenio: un sillón reclinable que recuerde al del odontólogo con reposabrazos y unas correas para atar. A su lado, una máquina con electrodos (parecida a un aparato para realizar electrocardiogramas) o, si se prefiere, un casco similar a un secador de pelo de infrarrojos.

A la izquierda: una mesa alta que permita, estando de pie, manejar un ordenador muy moderno, con muchas luces. Llevará incorporado una especie de lector de códigos de barras.

Derecha e izquierda, las del espectador.

Escena única

Al alzarse el telón está ENGRACIA sentada tras el escritorio. Enfrente, en la otra silla, RUBÉN.

ENGRACIA: ¿Grupo sanguíneo?

RUBÉN: A negativo.

ENGRACIA: Perfecto. Ya tenemos todos los datos, Rubén. (Le mira con preocupación.) ¿Seguro que se encuentra bien? Está un poco pálido. Si quiere lo dejamos por hoy. Mañana mismo le podría hacer un hueco, sobre las once…

RUBÉN: (Interrumpiendo.) No, por favor. Continuemos.

ENGRACIA: De acuerdo. Pero antes de firmar el contrato, tengo que asegurarme que ha entendido todo con claridad. ¿Alguna duda?

RUBÉN: Creo que no.

ENGRACIA: Si tiene alguna pregunta este es el momento de hacerla. No se deje nada en el tintero, aunque por otra parte, luego no lo recordará. (Ríe sin ganas.) Es una broma que me gusta gastar a los clientes. Para relajar el ambiente. ¿Entonces?

RUBÉN: Ahora que lo pienso… (Tímidamente.) Me gustaría saber… Si un día me arrepintiera, y decidiera recuperar mi recuerdo, ¿podría?

ENGRACIA: (Sonriendo.) ¡Es imposible! Piénselo con detenimiento, joven. ¡Cómo va a arrepentirse! Al hacer su depósito, su experiencia desaparece de su vida. No se puede añorar algo que nunca se ha tenido.

RUBÉN: ¡Ah! ¡Ya! Pero si ustedes quisieran me lo podrían volver a implantar, ¿no?

ENGRACIA: (Ofendida, poniéndose de pie.) ¡No! ¡Por supuesto que no! ¡Qué insinuación es esa! ¡Caramba! (Dándose cuenta de que se ha excedido, relaja el tono. Se sienta y suspira.) Lo siento. Perdone que me haya alterado. En esta empresa, la deontología lo es todo. Aquí somos profesionales y honestos, y jamás cometeríamos la aberración de reinsertar un mal recuerdo.

RUBÉN: Pero por su reacción veo que técnicamente sí sería posible.

ENGRACIA: (Contesta reticente.) Bueno, sí. Con nuestra avanzada tecnología es factible. El proceso podría ser reversible. ¡Pero está prohibido por la ley! ¡Y, sobre todo, por la ética! Imagínese: igual que podríamos recuperar su vivencia, también podríamos implantarle el recuerdo de otra persona. Y usted creería que es suyo: la muerte de su madre, cuando atropelló a un perro, cuando pegó a su mujer. Por no hablar de otras perversiones.

RUBÉN: Yo, de momento, no he sufrido ninguno de esos episodios. Ni perversiones.

ENGRACIA: (Con ironía.) ¡Ah! ¿No tuvo un accidente en el que casi se ahoga? ¿No se incendió su casa? (Aleccionando.) Pues si aquí se lo insertáramos lo recordaría como si fuera propio. Sería su vida, su memoria. Entiende ahora la prohibición. Los recuerdos de este depósito, incluido el que dejará usted, son nocivos y deben permanecer para siempre almacenados. Se podría hacer mucho daño, causar dolor. Y nuestro cometido es justo lo contrario. Proporcionamos olvido, y con él, alivio y paz.

RUBÉN: Y eso busco. Quería tener la certeza de que una vez depositado el recuerdo sería imposible recuperarlo. Es… bueno saberlo. Gracias.

ENGRACIA: Si ya está todo claro, le haré la pregunta final: ¿Está seguro de querer efectuar el depósito?

RUBÉN: Sí.

ENGRACIA: Muy bien. Lo formalizaremos. Acompáñeme, por favor.

Ambos se levantan y se dirigen al otro lado, donde está la mesa con el lector de código de barras. ENGRACIA lo coge y lo acerca a la cara de RUBÉN.

ENGRACIA: Un momento que le escaneo la pupila. Mire hacia aquí. Perfecto. Ya tenemos su conformidad. Voy a mirar la agenda para buscar fecha y así se podrá marchar.

RUBÉN: (Casi suplica.) Quiero realizar la intervención ahora mismo. Por favor.

ENGRACIA: (Extrañada.) ¿Está seguro? No suele ser lo habitual. La mayoría de la gente prefiere tomarse unos días para… mentalizarse.

RUBÉN: Yo no puedo esperar.

Entra por la derecha el DR. NEMO. Al verle, ENGRACIA va a su encuentro. RUBÉN permanece donde estaba.

ENGRACIA: (Sorprendida.) ¡Dr. Nemo! Ahora mismo iba a ir a buscarle. Nuestro cliente, Rubén, insiste en realizar la escisión en este momento.

DR. NEMO: Tranquila, Engracia, no hay ningún problema. Él era el último cliente, ¿verdad?

ENGRACIA: Así es.

El DR. NEMO se acerca hacia RUBÉN y ambos se dan la mano.

DR. NEMO: Bienvenido, muchacho, y enhorabuena. Ha tomado una estupenda decisión. Y cogiendo el toro por los cuernos. Déjeme adivinar: no es esta su primera vez.

RUBÉN: Que yo recuerde, es la primera.

DR. NEMO: (Ríe.) Quería pillarle. Siempre es la primera vez, ¿no es cierto? ¿Nervioso?

RUBÉN: (Vacila.) No.

DR. NEMO: Mejor. Un valiente.

RUBÉN: Su ayudante me ha dicho que no duele.

DR. NEMO: Le ha mentido. Es un suplicio. (Le sonríe.)

ENGRACIA se acerca hacia RUBÉN y le indica que se siente en la silla central.

ENGRACIA: (Al DR.) Cómo le gusta, Doctor, meterle miedo a los clientes. (A RUBÉN, mientras le sujeta en la silla con las correas.) No le haga caso. Apenas un cosquilleo. Una leve corriente eléctrica. Casi no lo notará.

ENGRACIA, mientras habla el médico, va conectando el casco o los electrodos.

DR. NEMO: Sin embargo, no suele ser el proceso lo que asusta, sino la donación en sí. A la mayoría de la gente le cuesta desprenderse de una parte de su memoria. Creen que se van a quedar, no sé, incompletos, mutilados. Lo cual es una tontería porque, como ya le habrá explicado Engracia, las personas generamos un flujo ininterrumpido de recuerdos y los que son eliminados son suplidos inmediatamente por otros. La mente nunca descansa.

ENGRACIA: Pongo este último electrodo y ya está completada la fase de conexión. ¿Está cómodo, Rubén? ¿Está seguro de querer continuar?

RUBÉN: (Inseguro.) Sí. Gracias.

Ella se va a manejar el ordenador de la izquierda.

ENGRACIA: Comienzo de la fase de Grabado. Ya puede intervenir, Doctor.

El DOCTOR se levanta y comienza a pasear.

DR. NEMO: De acuerdo, Rubén. Me vas a permitir que te tutee. Así lograremos que te sientas más relajado, más tranquilo. Dime qué es lo que te angustia, qué mal recuerdo quieres borrar de tu pasado. Y no tengas vergüenza ni temor. Tal como estipula el contrato, lo que aquí quede registrado permanecerá archivado para siempre.

RUBÉN permanece callado. El DOCTOR y ENGRACIA se miran.

DR. NEMO: Recuerda que ya te hemos informado que nosotros mismos nos sometemos a un borrado semanal de estas sesiones, y por tanto, olvidaremos todo lo que digas.

RUBÉN sigue sin hablar.

ENGRACIA: (Va al lado del sillón de RUBÉN. Tono maternal.) Sé que al principio cuesta un poco. Pero, pierda cuidado. Nosotros hemos debido de oír miles de historias terribles; solo en esta semana: enfermedad, perversión sexual, violación, muerte.

DR. NEMO: Y soledad. Y humillación. Cada uno vive sus propias miserias y decide abandonar las que le perturban demasiado, las que le condenan al sufrimiento, las que no le dejan vivir.

ENGRACIA: Esto es un confesionario, un templo donde se permite despojarse del peso de la culpa y avanzar ligero otra vez a una vida de dicha.

DR. NEMO: Así que, dinos: ¿cuál es el recuerdo que te atormenta, Rubén?

RUBÉN: Mi… (Suspira.) Mi recuerdo se llama Ana.

ENGRACIA: (Volviendo a su sitio para manejar la máquina.) Lo suponía: una mujer. Pero usted no da el perfil de individuo violento.

DR. NEMO: Algo me dice que no es una cuestión de malos tratos.

RUBÉN: Al contrario. Es una historia de amor.

ENGRACIA: De celos, entonces.

RUBÉN: ¿Celos? Uno no puede estar celoso del sol porque el mundo lo adore y bendiga el calor que proporciona.

ENGRACIA: ¿Cómo?

RUBÉN: Que no se puede envidiar a la luna porque todos se maravillen al ver su reflejo sobre el mar.

DR. NEMO: ¿Eso es Ana para ti? El sol y la luna.

RUBÉN: Sí y yo soy el girasol y soy la marea.

ENGRACIA: Ella le lleva a su antojo, ya lo veo. Le domina. No me extraña que se quiera librar de su recuerdo. No le deja avanzar.

DR. NEMO: Deja que se explique, Engracia.

RUBÉN: Al contrario. Ella me empuja a vivir. Ana es todo mi mundo, y yo el de ella. Desde que la conocí, hace casi dos años, no he estado triste, ni siquiera apesadumbrado ni un solo día. Me despierto y la miro y se coloca una sonrisa en mi cara que ya no puedo desdibujar. Y creo que incluso cuando duermo sigo sonriendo, o al menos eso me dice. El primer beso del día es como beberse un zumo de naranja, y voy tomando traguitos y traguitos a cada poco, y nunca me sacio. Nuestras manos no pueden estarse quietas y cuando no soy yo el que acaricia su cuello o juguetea con su pelo, es ella la que pasa su dedo escalando mi columna. A veces nos tomamos el pulso, y aunque no se lo crean, se acompasa y ambos palpitamos a la vez. Somos uno. Ella me hace feliz.

ENGRACIA: (Conmovida a su pesar.) ¡Qué bonito!

RUBÉN: Si pienso en Ana, las metáforas se caen de mi boca.

ENGRACIA: (Asombrada.) ¡Vaya! Sí que está enamorado.

RUBÉN: Todos los poemas, todas las canciones, todas las películas tienen una sola protagonista: Ana. Ella siempre aparece reflejada de algún modo. En los cuadros, en las fotografías. Escribo la lista de la compra o sumo el importe de las facturas, y como poseído por un espíritu, solo puedo garabatear: Ana, Ana, Ana.

ENGRACIA: ¡Caramba! Está loco por ella. Y se ha enterado de que le es infiel, ¿verdad?

RUBÉN: (Ríe.) ¿Infiel? Ana se trasladó de país, abandonó a su familia, solo por estar conmigo. Me acompaña a todas partes. Nos basta con tenemos el uno al otro. Lo repito: somos uno.

DR. NEMO: Pues solo cabe una explicación posible para que quieras librarte de su recuerdo. Y perdóname por la crudeza, Rubén. Tengo que suponer que ha muerto o que está desahuciada. ¿Es así?

RUBÉN: Ana es joven, está sana y espero que viva muchísimos años feliz.

ENGRACIA: Pero si se aman tanto, es incomprensible que quiera renunciar a su recuerdo. Seria renunciar a ella. Si borramos su vida en común, cuando la vuelva a ver, no se reconocerán.

RUBÉN: Eso quiero. (Los otros se miran extrañados.) Es que tengo tanto miedo. Tengo pavor al momento en que disminuya este amor. Si extiendo el brazo en mitad de noche y no la encuentro, ni noto el calor de su cuerpo en las sábanas, una escarcha se deposita en mi piel, y no se funde hasta que ella vuelve a la cama y me abraza. Y si sale de la habitación me ahogo. Literalmente. Mis pulmones se vacían como si me hubieran golpeado el pecho. La voy persiguiendo por la casa como un perrillo faldero, sigo su sombra, atrapo el aíre que levanta su falda al pasar, olfateo las huellas de sus pies descalzos, y cuando cierra una puerta, la espero escuchando con atención, los ojos fijos, casi gimiendo. Como un perrillo, sí.

DR. NEMO: Ya entiendo. Es una obsesión. Una dependencia que le lleva a la angustia por separación. Pero yo creo que es algo tratable, algo que con la terapia adecuada…

RUBÉN: Nuestro amor se desgastará como el pico de una montaña. Lo sé. Casi sin darnos cuenta. Imperceptiblemente se irá desquebrajando y yo no podré soportarlo. Sé que pasará. Lo sé. Ya ha comenzado.

ENGRACIA: ¿Por qué dice eso?

RUBÉN: Hace dos días, callejeábamos sin rumbo cogidos de la mano, y me llegó el aroma del césped recién cortado. Cerré los ojos y me imaginé tumbado en el prado de Bosqueumbría, donde solemos ir de excursión en primavera. Y…

DR. NEMO: Continúa.

RUBÉN: Y en mi ensoñación, Ana no se apoyaba en mi costado, leyendo, como tantas veces ha hecho. Se limitaba a pasear, alejada, ensimismada, en su mundo. Y solo esa visión hizo que me cayera al suelo como si un golpe de viento me hubiera derribado.

ENGRACIA: Pero eso era fruto de su imaginación. No tiene por qué suceder.

RUBÉN: Fue un presagio. Su amor se irá diluyendo como la tinta en el agua. Y el temor a ese momento me pega el corazón al suelo impidiéndole bombear. Parezco vivo, pero solo soy una sombra. Únicamente si olvido que un día toqué la luna y el sol, podré continuar viviendo.

DR. NEMO: Lo siento, Rubén. En pocas ocasiones tomo esta decisión, pero tengo que negarte la intervención. Tu recuerdo implica una pérdida excesiva. Debes disfrutar del amor que tienes ahora. El tiempo que sea.

RUBÉN: No puedo.

ENGRACIA: Pero, ¿y ella? También la está condenando a olvidar semejante dicha.

RUBÉN: Ana es el sol y la luna. Alguien habrá después que la adore como yo. Además, ella es muy fuerte.

ENGRACIA: (Indignadísima. A RUBÉN.) ¡Sea usted fuerte también, caramba! Está renunciando a la felicidad por una simple intuición. ¡A la felicidad! ¿Sabe cuántas personas darían años de su vida por tener lo que usted ahora pretende abandonar? Es… ¡indecente! Y ¡estúpido!

DR. NEMO: (Riñendo.) ¡Engracia! (A RUBÉN.) Discúlpala. Aunque tiene razón. Lo que intentamos decirte es que eres afortunado, muy afortunado de tener en tu vida un amor verdadero, dure lo que dure, un amor que la mayoría de personas anhelamos y no conseguiremos nunca. (Sincero.) Te envidio.

ENGRACIA: ¿No se da cuenta? Es amor. ¡Verdadero amor!

RUBÉN: Verdadero amor, sí. Y yo les aseguro que la idea de perderlo es insoportable. Es tan dulce, tan pleno, tan bello que no puedo pasar sin él ni un segundo. Es como si tomará una droga sin saber si obtendré la dosis siguiente. Y esa incertidumbre no me deja vivir. ¡Necesito olvidar que un día fui un adicto!

ENGRACIA: No lo entiendo.

RUBÉN: Es tan sencillo, como que si no borran a Ana de mi vida, me mataré. Lo digo en serio. (Silencio.) Les estoy pidiendo que me salven la vida. Me suicidaré.

DR. NEMO: (Se acerca hasta RUBÉN y le mira largo rato.) Le creo.

ENGRACIA: ¡Doctor!

DR. NEMO: Por desgracia, le creo. (Se queda pensando.) Está bien. Es la mayor estupidez que nadie hizo nunca. Sin embargo, voy a ayudarle. Engracia, conecta el Borrado.

ENGRACIA: (Al DR.) ¡No! No lo haré. El joven está perturbado por una simple visión y no está capacitado para tomar esa decisión. Démosle al menos unos días para que lo madure. (A RUBÉN.) Ya le advertí que no se podrá echar atrás. ¡No recordará que tuvo la felicidad en sus manos! Por favor, piénselo un poco más. Aunque sea unas horas. Vuelva con Ana y explíqueselo. Ella despejará sus dudas. Y si no, puede volver otro día.

RUBÉN: Yo…

DR. NEMO: Engracia. Déjalo.

ENGRACIA: (Insistente.) Rubén. Piénselo bien. Solo tiene miedo al miedo. Ella le ama. ¡No lo haga! ¡Sea fuerte, luche!

RUBÉN se queda callado, pensativo.

DR. NEMO: Engracia, te he dado una orden. Conecta la fase del Borrado.

ENGRACIA: Pero, Doctor. Esperemos un momento a que se lo piense, podemos convencerle, podemos…

DR. NEMO: ¡Hazlo ya!

ENGRACIA: ¿Por qué? (Se acerca hasta él y le mira leyendo su rostro. Luego le dice,

escandalizada.) Doctor, ¿por qué tanta prisa? No pretenderá…

DR. NEMO: (Algo avergonzado.) Haz lo que te ordeno.

ENGRACIA: ¡No! Sé lo que busca. Yo no voy ayudarle a usted a apropiarse…

DR. NEMO: (Interrumpiéndola.) ¡Hazlo! ¡Maldita sea! ¡Él ha renunciado! ¡Le estoy haciendo un favor!

ENGRACIA: (Escandalizada.) ¡No! ¡No! ¡Es una aberración! ¡No participaré en esta abominación! ¡No lo haré!

ENGRACIA sale corriendo.

El DOCTOR se dirige decidido hasta el ordenador y comienza a tocar mandos y varias luces del aparato se encienden.

DR. NEMO: No pasa nada, Rubén. Lo haré yo. Sé manejar la máquina.

RUBÉN: ¡Espere, Doctor! Ya no estoy tan seguro. Tal vez su ayudante tenga razón. Tal vez debería intentarlo una vez más. No quiero renunciar a Ana. Intentaré vivir con este miedo. Intentaré…

El DOCTOR acciona el ordenador. Se enciende una fuerte luz de la máquina, pita y sobre el pitido se oye un alarido de dolor de RUBÉN, que se desmaya a continuación. Una luz cenital iluminará al DOCTOR, que respira agitadamente.

DR. NEMO: Demasiado tarde, Rubén. Me has mostrado el sol y la luna. Y yo quiero ser el girasol. Y ser la marea.

El foco lo sigue mientras se dirige hacia la silla de RUBÉN, que permanece inconsciente, y le quita los electrodos (o el casco) para ponérselo él. Oscuro.



 

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