Trotea
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Memorial troteano




Publicado el 30 de noviembre de 2023.

Leído por Javier Serrano en el acto conmemorativo de los Veinte años de la Asociación celebrado el 19 de noviembre de 2023

En cierta y fausta ocasión me encargaron un relato sobre la afamada Asociación Cultural Trotea, que se encaminaba irremisiblemente hacia su vigésimo aniversario, evento de gran mérito dado el carácter celtibérico con que se ven agraciados buen número de sus asociados. Tras pasar algunas horas meditando acerca de tan peliaguda empresa resolví estructurar el relato en forma de viaje; a veces físico, a veces mental. Porque en este viaje la materia fundamental son los personajes, los viajeros. El paisaje, el medio de transporte y demás atrezo es completamente secundario y accidental.

Tampoco en este viaje el destino es un elemento decisivo; por el contrario es siempre cambiante y siempre, afortunadamente, inalcanzable. Lo recreamos con cada nueva iniciativa, con cada actividad y preocupación compartida

Desgraciadamente el viaje que emprendimos hace ya dos décadas no ha discurrido por mares en calma y las tempestades se han cobrado un gravoso peaje por naufragio de muchos y muy queridos socios. Por fortuna se siguen enrolando nuevos grumetes que aseguran la continuidad de la Institución. Así en esta sucesión de seres que fluyen, de relaciones en el espacio y en el tiempo vamos a construir el relato troteano.

El narrador se adelanta a pedir disculpas, tanto por las omisiones fruto de la desmemoria que ataca inmisericorde, como de los agravios que inexactitudes o exageraciones, involuntariamente puedan causar.

Todo comenzó con una sorpresa, allí en la dura estepa castellana, donde hace tiempo dejó de brotar leche y miel como propugnaba la costumbre bíblica, había sin embargo un enclave , cerca de la antigua muralla árabe, donde se citaban en todo su esplendor las antiguas tradiciones con la vanguardia mas deslenguada y audaz. Aquel lugar encantado merecedor de tanto reconocimiento y pleitesía recibía por nombre “Candilejas”. Allí, entre humos condensados y mugre infinita, ejercía su magisterio como representante de Talía en la tierra un personaje, tristemente perdido, que se presentaba como el absurdo total; en tal menester era apoyado por la modernidad irredenta de Johnny Guitar. Su aparición súbita se producía, no descendiendo de los cielos cual obeso ángel exterminador, sino surgiendo de los avernos mas profundos en elegante indumentaria de mallas negras, aderezada con un coqueto tutú rosa. Esto era la señal para que comenzara la función o mejor dicho, una senda de despropósitos y piezas eruditas cuya suma era perfectamente razonable; nos informaba así de sus relaciones con la monarquía, con Lucifer y hasta con el bueno de Stefan Zweig. Estas luces y sombras de la bohemia, esta relación con los sentidos y la realidad de la vida contemplada a través del cristal de un gintonic cargadito condujo a varios neófitos a la conversión a la nueva fe troteana. Alguno de cuyos misterios se expondrán a continuación, siempre con el permiso del sumo sacerdote de la institución al que muchos llaman Enrique, pero no piense el vulgo que llegará a conocer los profundos arcanos a menudo indescifrables que están reservados en exclusiva a nuestro druida manchego.

Quisiera hacer aquí antes de continuar la extensa saga troteana, un brevísimo inciso si olvido demasiados personajes dignos de mención y reconocimiento por sus fazañas en bien de la causa, así como empresas de gran enjundia. La desmemoria no perdona ni al mejor cantor de temas de derecho constitucional.

Y hablando de asuntos jurídicos hay que señalar con el debido orgullo que Trotea es una organización de carácter democrático, fruto sin duda de la buena crianza de sus miembros. Recordemos en este punto las reputadas asambleas anuales: donde por una parte se da cumplida memoria de las gestas realizadas y se trazan las guías de futuras empresas. Se rinden cuentas y cuentos, todo ello amenizado con algún juguete cómico o dramático y tras sesudos y reñidos debates se culmina con la hora de las votaciones en las que, como es de ley, triunfa la propuesta de nuestro sumo sacerdote y su sanedrín siempre renovado. Luego, tras concelebrar cumplido ágape llegan los sopores de trabajo, de merecida fama, como paso previo a una merecida liberación.

Dentro de estas actividades colectivas, pero ya sin disculpa alguna para reconocer su carácter lúdico hay que tener muy en cuenta las afamadas merendolas, celebradas alrededor de la época estival, que han tenido por sede lugares muy variopintos a lo largo y ancho de la geografía madrileña. Estos encuentros han tenido por norma la resistencia tenaz de los calamares fritos a ser masticados propiamente junto con el buen humor y la alegría que han prodigado los socios, ya sea por la despedida veraniega o el reencuentro otoñal.

No olvidemos las fiestas conmemorativas de aniversarios como la que hoy celebramos, cuyo lema podría ser asumido por el invicto centinela de occidente: se ha hecho mucho, pero queda aún mucho mas por hacer.

Pasamos a continuación a dar unas breves pinceladas sobre las actividades desarrolladas en esta doble década de triunfos:

Dicen que la vida es un viaje; pero dentro de ese viaje total y a veces sin sentido hay momentos que deben rememorarse y entre ellos figuran sin duda alguna las excursiones troteanas. Como la memoria es repito, muy frágil ya veces incluso engañosa me limitaré a apuntar aquellos momentos que nos llevaron por rutas inexploradas o ya holladas, pero que echaban en falta el inigualable toque troteano.

Así nuestros destinos se juntaron en el medieval barrio antiguo de Cáceres, donde tuvimos ocasión de compartir con Malinche y sus descendientes las sabias enseñanzas de Moliere. Como buenos delincuentes reincidimos en el delito extremeño recorriendo el milenario teatro romano de Mérida junto con parajes y paisajes que no desmerecieron el buen yantar con que nos reconfortamos. Y hasta Zafra, según creo llegó la ola troteana, allí donde hasta las mancebías son monumentales.

Si el Mío Cid llegó a Belmonte, aunque en rodaje cinematográfico, también llegó trotea con su inigualable glamour y siguiendo la senda venturosa reconocimos la milenaria Segóbriga y el desierto Escorial manchego en Uclés, sin olvidar el sínodo infernal de obispos de Almonacid.

También nuestro camino derivó hacia el sur donde se yerguen altivas Úbeda y Baeza; allí recibimos la huella machadiana con la copla de Sabina, aunque la borrachera fue mas de arte que de vino.

Nuestros destinos fueron también las agrestes tierras turolenses; allí entre piedras berroqueñas sabiamente superpuestas, en armonía con el ladrillo mudéjar, nos empapamos de arte e historia e incluso recuperamos la infancia en un curioso museo del juguete; todo bien aditivado con las sabrosas chacinas del país.

Pero no cejamos en nuestra vocación de imperio y así nos dirigimos a las terribles estepas castellanas cual nuevos cides, recordemos:

Salamanca la blanca, tan llena de historia como de monumentos y cultura, el vano intento de invasión del vecino Portugal y las viandas que el señor Abascal nos recomendó desde su estatua.

Que decir de Toro y su colegiata, frente a la cual se alzaba orgullosa la iglesia privada de nuestro amigo Javier y el tronío de su gran teatro municipal cuyos muros temblaron con la representación troteana; pero nada tan poco recomendable como Urueña con menos bares que librerías o museos.

No olvidemos tampoco las Merindades, tan solas y tan esplendidas, con su malogrado ferrocarril que nunca unió meseta y montaña y que decir de Miranda, centro de operaciones en que casi profesamos en sagrada orden.

La olvidada Palencia también nos franqueó su paso y pudimos contemplar su afamado románico con las deliciosas gotas de su gótico catedralicio, pero sin duda el fulcro de este viaje fue hidráulico al asomarnos repetidas veces al canal de Castilla.

Otra singladura del barco troteano nos llevó al antiguo reino de León, donde nos sentimos esclavos romanos en sus fabulosas médulas, para bajar a empaparnos otra vez del gótico de su catedral y del románico de san Isidoro, para rematar en una tempestad de garbanzos en su versión maragata.

No cerraríamos nuestras cabalgadas por tierras castellanas de forma conveniente sin referirnos a nuestros antecesores, aquellos ciudadanos que crearon en Atapuerca tan verticales urbanizaciones y a los que visitamos con cierta vergüenza, ya que cada vez nos sentimos más coetáneos con ellos.

Pero aún hubo alguna otra cabalgada que recordar, como la que llevó menguada hueste a las tierras de Almagro, en hora tan acertada que coincidió con el gran festival de teatro que allí se celebraba. No es de describir el singular palacio que nos acogió, ni tampoco la variada y magnífica suerte de espectáculos a que tuvimos ocasión de asistir.

Tampoco debemos olvidar en este relato los viajes urbanos: las entrañables visitas guiadas que han llevado al colectivo troteano por edificios singulares, jardines amenos, museos inexplorados, pozos de ciencia y hasta por acogedores cementerios.

No cabe cerrar este capítulo sin rememorar aquí a los grandes pastores que guiaron el rebaño troteano por tan variadas cañadas, sus grandes trabajos de organización y desvelos sin cuento. Desfaciendo entuertos mil, tan propicios en nuestra resabiada grey.

Actividades docentes, pero decentes. La farándula necesita nuevas incorporaciones.

Una asociación que tiene por nombre trotea, parece indicar que tiene por finalidad promover el teatro, pero al revés; es decir su objetivo sería destruir el teatro, borrarlo de la faz de la tierra. Nada mas lejos de la realidad como bien sabemos. Bajo este enrevesado nombre se cobijan actividades de todo pelaje y condición, pero siempre enderezadas al fomento teatral.

Destaquemos en primer lugar la labor docente que, año tras año, desempeña nuestro sumo sacerdote laico, el llamado curso de expresión y comunicación teatral, auténtico master de iniciación a la farándula y sus devaneos, que incluye técnicas luciferinas de relajación, concentración e incluso improvisación. ¡A dónde vamos a llegar! Todo ello parece ocasión próxima de pecado, qué afortunadamente se repite desde el lejano año de 2010

Como la modernidad no nos es ajena, aunque conviva en relación dialéctica con nuestras canas, trotea ha patrocinado a nuevos talentos en la autoría dramática. Es por así decirlo una start-up de esas píldoras teatrales llamadas microteatro. El sesudo jurado troteano emplea largas horas en expurgar y seleccionar en la ingente floresta de obras concurrentes. Reconozcamos aquí su esfuerzo y buen hacer, que nos permite además ser espectadores de auténticos estrenos teatrales.

Gran éxito han tenido las excursiones por la cartelera teatral del momento; juntándose la clarividencia en la elección con la satisfacción de presenciar la obra de turno en tan buena compaña, lo que propiciaba tornabodas teatrales de gran rumbo. Sería muy árido pretender aquí dar una relación exhaustiva de este dilatado periplo que ha recorrido salas de todo pelaje y condición, desde nuestra entrañable la Grada hasta los grandes coliseos públicos y privados.

Pero sin duda la obra cumbre en materia teatral de nuestra querida asociación, ha consistido en la representación por sus mas preclaros socios de obras de gran enjundia, con indiscutible éxito de crítica y público; citemos tan solo como ejemplo aquella tortuga de Darwin que deslumbró Tetuán de las Victorias, o el enemigo del pueblo que hizo temblar los vetustos cimientos del Ateneo madrileño. No podríamos olvidar los estrenos exclusivos de las obras triunfadoras del concurso de microteatro.

Pero no solo de teatro puede vivir el hombre, y su hijastro, el cinematógrafo ha tenido un papel crucial en las actividades de nuestra asociación. Ahora bien el nexo entre los dos artes se ha mantenido, ciñéndonos a proyectar películas cuyo guion se basaba en alguna obra teatral. Esta actividad ha tenido un carácter nómada que nos ha permitido un doble solaz cultural, pues al disfrute de la película y sus antecedentes teatrales, se ha unido el turismo urbano lo que nos ha permitido un mejor conocimiento de Madrid y su gastronomía. Esta actividad no habría sido posible sin el imbatible equipo técnico que es gala de nuestra asociación y al que aquí manifestamos nuestro reconocimiento.

Ese nexo cine teatro se ha manifestado explícitamente en la representación por el inigualable elenco troteano, previo a la proyección de la película, de una escena escogida de la obra base.

No podríamos dejar de mencionar las eruditas introducciones de nuestros afamados cinéfilos, así como los enjundiosos debates que, a menudo se desarrollan al fin de la proyección y que tanto contribuyen a iluminar nuestras almas

En cuanto al fondo de la cuestión no sabemos si destacar aquí la pléyade de autores teatrales y directores cinematográficos que hemos podido disfrutar o el marco incomparable de alguna de las salas que nos recogieron, como aquella de Carabanchel, dotada de singulares efectos especiales, cuando el vecino de arriba utilizaba el retrete.

Hay que recordar igualmente iniciativas para la realización de cortos cinematográficos en el ámbito troteano, iniciativas calificadas como heréticas y nefandas por nuestros grandes inquisidores.

Dicen que un hombre nefasto llamado Juan Gutenberg inventó un instrumento o máquina infernal que al final ha causado la ruina de muchos y honrados hogares por acumulación de los productos fruto de dicha maquinaria. Trotea no ha sido ajena a esta epidemia y ha contribuido a su expansión, tanto por las deposiciones de sus miembros, como por las de los autores que concurren al premio de microteatro.

Pero la obra gráfica cumbre de la fuente troteana ha sido su famoso calendario, que por desgracia también nos recuerda lo efímero de la existencia, por la ausencia de varios de sus personajes.

En Madrid, dice el saber popular que todas las tardes o das una conferencia o te la dan a ti; y nuestros eruditos troteanos han tomado en algunos casos la iniciativa. De esta manera hemos podido adentrarnos en los secretos matritenses y recibir saberes muy variados de los hechos y dichos de nuestros antecesores.

La asociación troteana en sus derivas hacia otros géneros literarios ha recalado en la tertulia literaria sabiamente conducida por una de sus musas, e incluso ha sometido a sus asociados a penosas tareas vacacionales en forma de micro relatos.

Y tampoco quisiéramos olvidar, aunque sea un poco contradictorio con las canas que nos adornan, nuestra apuesta por la modernidad, en forma de cibertrotea. La exquisita y nunca bien ponderada página web de la asociación refleja el talento y la dedicación de sus autores y mantenedores. Aunque estos avances no nos pueden dejar de recordar las entrañables y prolijas misivas, casi encíclicas, que nuestro sumo Pontífice remitía en Navidades y otras efemérides.

Resumiendo, como dice el tango veinte años son nada.

Excerpt: Por Javier Serrano.
Post date: 2023-11-30 17:19:39
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