‘¿Dónde están los cantautores?’, por Leonardo Bermejo


¿DÓNDE ESTÁN LOS CANTAUTORES?

Decía Mercedes Sosa y lo recogía Fernando González Lucini (hoy aquí con nosotros) en su libro “…Y la palabra se hizo música”, que “UNO VUELVE SIEMPRE A LOS VIEJOS SITIOS EN QUE AMO LA VIDA”.

Creo que hoy estamos aquí por esa razón y porque no queremos ni debemos rendirnos; nuestra Canción de Autor y sus Cantores, de ahora y de siempre, forman parte de nuestra vida, de sus momentos más dulces y de los más amargos. Nos han hecho disfrutar y han recogido nuestros sentimientos en sus letras y en su música.

Sin embargo, como se suele decir últimamente “no son buenos tiempos para la lírica” y yo me atrevería a añadir que “no parece que se avecine una situación cultural que los vaya a mejorar”. Siendo más concretos, podríamos preguntarnos: ¿DONDE ESTÁN LOS CANTAUTORES ESPAÑOLES DE AHORA?; la pregunta podría parecer frívola sino fuera por lo que vemos y oímos todos los días en los medios audiovisuales de masas, donde prácticamente solo aparecen en algún reportaje como una curiosidad, pero no actúan en los programas habituales y en horarios principales. Sin embargo, forman parte consustancial de la cultura popular de cualquier país y en concreto en España, desde finales de los años cincuenta hasta ahora, no han dejado de crear y de cantar, describiendo en sus canciones la realidad que los rodea, de forma más o menos crítica y rotunda. Así llegamos a hacernos nuevas preguntas: ¿A QUIÉN MOLESTAN SUS CANCIONES?, ¿A ALGUNOS?, ¿A TODOS?

Esta claro, no puedo negarlo, soy un creyente de que en España, la canción de autor, de antes y de ahora, desde “El Tatuaje” que cantaba Concha Piquer hasta “Al Bando Vencido” de Ismael Serrano, forma parte de nuestra cultural popular musical y es una de las expresiones artísticas que mejor va recogiendo los sentimientos de una o varias generaciones en relación con la época, las relaciones humanas, los hechos sucedidos o los que deberían de suceder.

Lamentablemente o quizás de forma inevitable, las sociedades humanas tienden a dar lo mejor de si mismas en las épocas de crisis o de cambios sociales, incluso cuando esos cambios son violentos. Afortunadamente los que nacimos en España después del año 39 hemos tenido la suerte (de las desgracias ya hemos hablado bastante) de vivir un cambio “pacífico” (hasta cierto punto), que ha dado mujeres y hombres excepcionales en el arte, el deporte, la política y sin duda alguna en la música y sobre todo en la canción de autor. Aunque no soy un experto creo que ningún país ni región de Europa ha tenido una generación de cantautores, desde el año 45 hasta ahora, con tanta variedad y con tal extensión de lenguas y estilos musicales, enriquecidos, además, con la obra de un apreciable número de poetas de varias generaciones.

Sin duda los cantautores españoles junto con los latinoamericanos han hecho una labor impagable al mezclar sus canciones y su música con las estrofas de los poetas. Paco Ibáñez, Gabriel Celaya, Joan Manuel Serrat, Antonio Machado, Miguel Hernández, Adolfo Celdrán, Jesús López Pacheco, Mercedes Sosa, José Agustín Goytisolo, etc, etc, han acercado “la poesía” y yo diría que de forma genérica incluso “la literatura” a generaciones que habíamos perdido la palabra y parte de nuestros sentidos, atrofiados por dictaduras de ambos lados del Atlántico. Tampoco las democracias han hecho mucho por la cultura, pero al menos vaciaron las cárceles del cuerpo y del espíritu; el mercado ha hecho el resto: “enmudecer o mejor dicho ocultar, sin prohibir”. Acaso, ¿UNA NUEVA FORMA DE DICTADURA CULTURAL?

Volviendo a nuestros recuerdos, es inevitable hablar del salto que para muchos de nosotros supuso pasar de la música de los “guateques” a la “canción social” y encontrarnos un día sentados en un cine de la Gran Vía madrileña frente a Joan Manuel Serrat estrenando esas canciones que formaban el LP “Dedicado a Antonio Machado”; en mi opinión una combinación de poesía, música y voz casi insuperable. Atención, aunque hoy resulte increíble, muchos españoles conocieron la poesía de Don Antonio gracias a Don Joan Manuel.

En esta imagen de juventud sería una injusticia no recordar esa joya de la discografía que nos regalo Paco Ibáñez entre los años 64 a 68 (como no, grabada en París) y que quedó engarzada con tres discos de nombre genérico: “España de Hoy y de Siempre. Los Unos por los Otros”. Gabriel Celaya decía: “Paco es el músico con el que sueñan los poetas. Se identifica con ellos y da a cada uno el tono y el estilo que les corresponde”.

Pero volvamos a TODOS los cantautores, con mayúsculas, sin hablar de ninguno en particular; sobre todo volviendo la vista a lo que creo que han significado, en el transcurso del tiempo, para varias generaciones de españoles. En primer lugar debemos reconocer que el trabajo de algunos de ellos sirvió para abrir “la generación del 27” a quienes no habíamos sido educados con ella en la escuela, cuando, realmente, los nacidos en la posguerra éramos sus herederos directos. En segundo lugar con su canción social fueron una pequeña Universidad (o grande, no estoy seguro) de cultura política, que nos arrancó de la homogeneidad y el aburrimiento de una dictadura que había censurado, perseguido e incluso eliminado físicamente a quienes debieron educarnos con su palabra, su escritura y su tolerancia.

En tercer lugar y quizás lo más importante, es que aquellos y estos cantautores, con su mochila (un recuerdo entrañable, aquí y ahora, para José Antonio Labordeta) cargada de poemas ajenos y propios, y con su música, excitaron en nosotros sensibilidades que nos han ayudado a vivir y a valorar a todos los pueblos que forman España y a todas las gentes que en este mundo tremendo de los siglos XX y XXI han tratado y tratan de sobrevivir frente a las agresiones, las intolerancias y las políticas destructivas que les rodean.

Como algo inevitable, deseo añadir en este pequeño homenaje a nuestros cantautores, un ruego y un consejo que encierran una protesta, ¡como no!: por favor “cantautores” os ruego que no dejéis de cantar, que no nos abandonéis frente a la nada. Vaya ahora el consejo, para todos nosotros: al menos de vez en cuando apaguemos el medio masivo por excelencia, la TV, y escuchemos silenciosa y cuidadosamente nuestros viejos y nuevos discos de cantautores. Seguro que al oír a Quevedo en la voz y la música de Paco Ibáñez o a Joaquín Sabina cantado sus propios poemas o a Quintín Cabrera cantando sus creaciones, nuestro espíritu se elevará nuevamente y nuestra conciencia volverá a intranquilizarse, lo cual, por cierto, es muy saludable.

Desgraciadamente y sin terminar de escribir estás líneas cayeron en mis manos noticias de prensa (la globalización no perdona) que confirman la prevención de los fanáticos y los poderosos frente al cantor y al poeta.

La primera noticia decía así: “La música ha desaparecido de todos aquellos lugares donde la presencia talibán la hace peligrosa. Y no se trata solo de la música occidental o india. El asesinato de la cantante Ayman Udas, el pasado día 27-04-2009 en Peshawar, ha sido un nuevo recordatorio a la menguante comunidad artística pastún de la creciente amenaza que se cierne sobre ellos. Incluso han atentado contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pastún, el sufí Rahman Baba”.

La segunda noticia se resume fácilmente: “El cantautor cubano Silvio Rodríguez denunció este fin de semana (Mayo 2009) que la Administración de Barack Obama no le otorgó el visado para viajar a Estados Unidos, donde estaba invitado a participar en las celebraciones por el 90 cumpleaños del cantante folk Pete Seeger.

Como veréis y sin entrar en análisis más detallados, esta primera década del siglo XXI no invita al optimismo, por eso hay que seguir diciendo y cantando con Celaya:

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.”

Mayo de 2009                                 Leonardo Bermejo Sáez

 

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