Publicado el 3 de febrero de 2023.
El jueves 2 de marzo a las 19:00 horas, en el local de la Asociación vecinal Ventilla-Almenara (calle Geranios 22 – Metro línea 9: Pza. Castilla-Ventilla), los troteanos podremos disfrutar con la conferencia sobre el escritor Vicente Blasco Ibáñez que nos dará nuestro socio Leonardo Bermejo.
Para describir la vida y la obra de Vicente Blasco Ibáñez sería necesario un tiempo del que hoy día no disponemos; pero a pesar de todo, en esta conferencia, nuestro socio Leonardo Bermejo ha hecho un esfuerzo considerable para recuperar a uno de nuestros escritores más prolíficos y más cercano a los acontecimientos que le toco vivir. Para algunos cronistas, la mejor novela de Blasco es su propia vida, afirmación algo exagerada, como todo lo que rodea a los que se atreven a contar y a juzgar a Blasco Ibáñez.
En el 2017 se celebró el 150 aniversario de su nacimiento en la ciudad de Valencia, que solo fue celebrado adecuadamente en Valencia, ante la pasividad y olvido del pueblo español y sus autoridades. A lo largo de su vida y después de su fallecimiento Blasco ha sido atacado sin compasión por la iglesia católica, por los políticos monárquicos, por los extremismos conservadores e incluso por otros escritores que nunca le comprendieron. Y precisamente esta conferencia trata de reivindicar a Blasco como escritor y como ciudadano comprometido. Durante su vida tuvo siempre tres objetivos: escribir novelas que llegaran a todas las clases sociales y denunciaran los abusos de los poderosos, ayudar al establecimiento de una República española de carácter social y modernizar a España en las ideas y en los proyectos económicos que pudieran acercarnos a Europa.
Además, Blasco Ibáñez fue un aventurero y un viajero incansable, viajó a Francia frecuentemente y recibió la medalla de Comendador de la Legión de Honor, en España estuvo en la cárcel en numerosas ocasiones por sus actos anticlericales y sus ideas, apoyo con fuerza a los aliados durante la Primera Guerra Mundial, viajó a Estados Unidos donde fue agasajado e investido Doctor honoris causa por la Universidad de Washington, recorrió Europa central y llegó hasta Oriente, pasó tres años en la Pampa argentina y aún tuvo tiempo y ganas para dar la vuelta al mundo en un lujoso trasatlántico y para enfrentarse a la Dictadura de Primo de Rivera.
Tantas actividades, paralelas a su trabajo de novelista, llevaron a los críticos a no tomarle en serio y a etiquetarle como fabricante de Best-sellers. Sin embargo, Blasco gozó siempre del favor del público, porque la fuerza de sus personajes y el dramatismo de algunas de sus novelas le convirtieron, junto a Galdós, en el escritor más leído de su tiempo, en un “clásico popular”, uno de esos raros autores en los que el lector descubre que detrás del texto de sus novelas está la vida.
Blasco dejó escrito: “El que tiene un ideal, aunque este no llegue a realizarse, resulta más digno de respeto que las gentes sin otra ambición que la de apoderarse de lo del vecino. La República tiene un ideal y creyendo en ese ideal quiero vivir y morir”
Su memoria permaneció viva hasta que fue arrancada de cuajo por una nueva dictadura militar en 1936. Los restos de Blasco fueron trasladados a un nicho provisional en el cementerio municipal de Valencia por miedo a que el cuerpo fuera profanado. Su memoria fue borrada, sus libros prohibidos, su familia perseguida y sus bienes incautados.
Hace tiempo que el poder de convocatoria de Blasco ha desaparecido, pero nosotros, los españoles, siempre podremos tener un feliz viaje leyendo sus obras.