Publicado el 21 de febrero de 2023.
La asociación cultural Trotea, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de la actividad cultural desde 2003, ofrece las obras que han resultado ganadoras de su Quinto Certamen de textos para microteatro.
Se recibieron 145 obras. Los autores galardonados, cuyos premios se han entregado el domingo 12 de febrero durante la Asamblea General de la Asociación, son Hernán Rafael Ledesma, primer premio, por su obra Bajar para subir; José María López Tórtola, segundo premio, por En tu casa o en la mía, y Rodrigo Llorente Cachorro, tercer premio, por Sin móvil.
A continuación ofrecemos los textos íntegros de las obras premiadas.
(Foto portada: de PxHere)
Primer premio: Bajar para subir
Autor: Hernán Rafael Ledesma
Nacido en 1976, Hernán Rafael Ledesma vive en la Rosario, en la provincia de Santa Fe, Argentina, y es egresado del Instituto Superior, Escuela de Teatro y Títeres 5029, de Rosario con el título de Actor Nacional. Actualmente trabaja como director, dramaturgo y docente de teatro. En calidad de docente, interviene en talleres de teatro para niños, jóvenes y adultos en diferentes espacios públicos y privados.
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Personajes:
ELLA: De unos 30 años. Lleva anteojos oscuros, una blusa liviana y calzas de colores. Carga consigo un bolso de camping y una pequeña silla plegable.
ÉL: Unos 30 años. Lleva jeans, una remera estampada y una campera rompeviento. Lleva en la cintura una riñonera. Sostiene con sus manos una bicicleta rodado 26.
Espacio interior. Palier y cubículo de un ascensor.
NOTA PARA LA ESCENOGRAFÍA: El ascensor puede estar representado solo por una tarima cuadrada de 110 centímetros de lado. O simplemente determinar el espacio interno del ascensor colocando una sección de alfombra o trozo de goma de la dimensión descripta. (En caso de que el deseo sea de darle un poco más de detalles descriptivos, se puede adosar la pared del fondo del ascensor y con un pequeño mástil, la botonera). La apertura y cierre de las puertas, y el movimiento del ascensor sugiero se refuercen con iluminación y efectos sonoros.
(Están ELLA y ÉL aguardando que se abran las puertas de ascensor. Campanilla que anuncia que el ascensor ha llegado a la planta en donde están. Se abren las puertas. El mueve la bicicleta colocándola de forma vertical apoyada en su rueda trasera.)
ÉL:(A ELLA.) Pasa.
ELLA:Vos primero.
(ÉL avanza al interior del ascensor moviendo la bicicleta de manera que quepa en su interior. ELLA ingresa, mostrando en su gesto corporal y rostro claras intenciones de no rozar las ruedas de la bicicleta. Se ubica al lado de la botonera del ascensor. Se la nota incómoda, pero en un fuero personal.)
ELLA: ¿Subí-s? ¿A qué- piso vas?
ÉL: No, no. Bajo. Voy al subsuelo, a la cochera. Si no te molesta que baje primero.
ELLA: Ah. Yo voy al cuarto. (Presiona un botón en la botonera del ascensor, el que se encuentra más al extremo inferior del panel.)
ÉL: (Observa todo el movimiento que hace con su mano la mujer.) ¡No! ¡No! ¡Ese botó n no!
ELLA:¿Eh? ¡Ah! ¿No?
(El ascensor se mueve. Desciende.)
ÉL: No, no. Tiene otro color. No es el del subsuelo. Creo que es de mantenimiento o algo así-.
ELLA: Está- bajando.
ÉL:Bueno. Gracias. Todavía tengo que dejarla, atarla y después volver a subir. Se me hace largo la vuelta a casa.
ELLA: ¿No la subí-s a tu departamento?
ÉL:No tengo lugar, adema- s no te dejan que la metas en el ascensor.
ELLA: (Mira fijo la bicicleta, lo mira a ÉL.) ¡Ah! No sabía.
ÉL:Sí. Todos los días bajo ba para subir. Trabajo en reparto. Así- que todos los días trato de meter unas horitas. Estoy en el octavo.
ELLA: Te entiendo. Soy psicóloga y también dependo de mis pacientes.
ÉL: O sea, que nunca se curan. (Ríe.)
(ELLA lo mira fijo. ÉL ahoga su risa, incomodado por la mira de ELLA. El ascensor sigue en movimiento.)
ÉL:¿Por qué- no paró ya el ascensor?
ELLA: (Mira la botonera.) No sé. Sigue bajando.
ÉL: ¿Sigue bajando? ¿Tiene varios subsuelos este edificio?
ELLA: No sé.
ÉL: Ya van como tres o cuatros plantas, en este tiempo.
ELLA: (Mira la botonera.) No dice nada acá.
(El ascensor se detiene.)
ELLA: Ahí- paró-.
(Se abren las puertas del ascensor, ingresa al habitáculo una potente luz roja. Ambos, ELLA y ÉL, miran hacia el exterior del ascensor por la puerta.)
ÉL: ¿Pusieron luces nuevas?
ELLA:Qué fuertes son.
ÉL:Esto no es la cochera. ¿Dónde nos trajiste?
ELLA: No sé. Solo apreté un botó- n.
ÉL: Ese no era.
ELLA: ¡Sí-! ¡Ya me lo dijiste! (Con los ojos fijos hacia el exterior): Se mueve algo.
ÉL: ¿Adónde?
ELLA: Allá, al fondo. ¿No ves?
ÉL:Sí. Así- parece. Es un pasillo largo. Hay gente.
ELLA: Sí. Pero, ¿qué- tienen?
ÉL:¿Cómo qué tienen?
ELLA: Sí. ¿No ves? Tienen algo puesto encima. Ahí- vienen. ¡Tienen escafandra!
ÉL: (Agudiza la mirada atacada por la luz.) Algo traen puesto.
ELLA: Sí. Traen escafandra, capuchas, algo así.
ÉL:¿Capuchas? No, son trajes, esos antibacterioló gicos.
ELLA: ¿Eh? ¿Por qué tienen eso?
ÉL:No lo sé. ¿No ves? Parece que vienen para acá-. Vienen para acá.
ELLA: Tienen algo en la mano. ¿Qué es?
ÉL:¿Qué tienen?
ELLA: Son oscuras. Vienen más rápido.
ÉL:Nos vieron. Cerrá- y vayámonos. No es acá.
ELLA:¡Son armas! ¡Tienen armas!
ÉL:¡Cerrá- ! ¡Cerrá- ! Apretá algo. (Toma la bicicleta del manubrio y la mueve hacia adelante y atrás con movimientos repetidos como un ariete.) ¡No! ¡No! ¡Fuera!
(ELLA aprieta la botonera del ascensor. Las puertas se cierran. Queda solo la luz del cubículo del ascensor. El ascensor se pone en movimiento.)
ÉL:¡¿Qué- fue eso?!
ELLA: No sé. No sé. ¡Qué- lugar es ese?
ÉL:No sé. Con estos nuevos edificios inteligentes…
ELLA:¡Nos querían atacar! ¡Tenían armas!
ÉL: No vi bien. ¿Viste armas?
ELLA: Sí-, sí-. Estoy segura.
ÉL:(Gira el rostro al techo.) Está subiendo.
ELLA: Sí.
(El ascensor se detiene de súbito. Ruidos metálicos lejanos.)
ELLA: ¿Qué pasó ahora?
ÉL:Se paró.
ELLA: ¿Por qué?
ÉL: ¿Qué apretaste?
ELLA: No sé. Apreté- algo. Cualquier cosa. (Presiona botones en el tablero).
ÉL:«Ellos» nos habrán trabado el ascensor.
ELLA:¿Pueden?
ÉL:Si puede haber más subsuelos y personas con esos trajes…
ELLA:¡Ay, no! ¡Ay, no!
ÉL:Pensemos. ¿En qué- piso estamos?
ELLA:(Mira el tablero.) Esto no marca nada.
(ELLA aprieta un botón. Se escucha un ruido de engranajes, un silbido y un traqueteo seco.)
ÉL:Prueba- con otro.
(ELLA aprieta otro botón. Se reitera la secuencia de ruidos anterior.)
ELLA: No hace nada. ¿Qué hacemos?
ÉL:Sosteneme esto. Agarra- la bicicleta.
ELLA: ¿Cómo?
ÉL: Sostenela.
(ELLA agarra la bicicleta como le indica ÉL. ÉL se corre por un costado, pasando por el costado y atrás de ella junto a la pared del cubículo. Se trepa con los pies en los caños del cuadro de la bicicleta. Mira hacia arriba, extiende su mano mientras se eleva trepando.)
ELLA: ¡Para! ¿Qué haces?
ÉL: Alcanzar el techo, a ver si se ve algo.
ELLA: ¡Esto se me va…! Se me va a caer. ¡Pará!
ÉL:Aguanta.
ELLA:¡Se me va…! ¡Se me va…!
ÉL: (Baja al piso del ascensor. Toma la bicicleta. ELLA la suelta.) Bueno. ¿Habremos visto algo que no debí-amos?
ELLA: Pero si no hicimos nada. El ascensor se movió solo.
ÉL: (Mira hacia arriba). No arranca.
ELLA:No. Estamos encerrados acá.
ÉL:Ahora ya sé- adónde va lo que nos cobran de expensas. No podía ser solo para pisos y bolsas de residuos.
(La mujer respira de manera más profunda y forzada. Se lleva las manos al pecho. Se toca la cabeza. Gira en su eje. Dobla las piernas. Se agacha.)
ÉL:(Su mirada fija en ELLA.) ¿Estás bien? ¿Que- tenés?
(ELLA respira cada vez más profundo y la frecuencia se acelera. Su exhalación se vuelve sonora. Suelta el bolso y la sillita plegable.)
ÉL:Decíme qué- tenés.
(A través del cuadro de la bicicleta estira los brazos para garrar a la mujer por los hombros. No puede. Sin soltar la bicicleta, toma la sillita, la despliega y la acomoda en un rincón del piso del ascensor.)
ÉL:Sentáte. Ponte acá.
(ELLA, sosteniéndose la cabeza y la respiración ceceante, se deja caer en la sillita. EL abre su riñonera, mete la mano en ella, saca un barbijo y se lo coloca. ELLA lo mira fijo.)
ÉL:¿Necesitas más aire? (Con su mano gira la rueda de la bicicleta que permanece elevada.) ¿Tira? ¿Llega hasta ahí-?
ELLA: No con… tagia… ¡Imbécil!
ÉL:Está bien. Pero por las dudas. (Se acomoda el barbijo en la nariz.) No están las cosas para que me enferme y pierda días de trabajo.
(ELLA estira su brazo hacia la cara de ÉL y cierra los dedos en puño, dejando extendido su dedo medio.)
ÉL:Pero… ¿Qué- se hace?
(ELLA sacude la cabeza hacia los costados.)
ÉL:¡Ah! ¡Es como un ataque de pánico!
(ELLA mueve la cabeza de arriba abajo.)
ÉL:¿Toma- s algo?
(ELLA sacude la cabeza hacia los costados. ÉL gira más rápido la rueda de la bicicleta.
ELLA sigue respirando agitada. Hace ruidos al ritmo de la respiración forzada. Sube el volumen de esos ruidos. Son jadeos. Gime. El volumen es más intenso, su cuerpo se desparrama sobre la sillita y el piso del ascensor.
ÉL mantiene su mirada fija en ella. Las contorsiones corporales, jadeos y gemidos se prolongan segundos más. La respiración y los sonidos cesan. ELLA se va recuperando.)
ÉL: ¡Sos vos!
ELLA:¿Eh? (Aclara su garganta. Descansa en la posición en la que quedó.)
ÉL: Sos vos la que tiene sexo a los gritos.
ELLA:Calláte si no vas a ayudar. (Tose.)
ÉL:En el consorcio se preguntan quién es la que grita así-. Se escucha un montón. Debe subir el sonido por el pulmón del edificio.
ELLA: ¿Qué- te pasa? ¿Sos inspector de la moral?
ÉL:No. A mí-, nada. Es que hablan de eso.
ELLA:Todos hablan, pero nadie se ocupa de preguntar y averiguar. Son mis ataques. Sufro de claustrofobia y vivo en un monoambiente.
ÉL: Sí. Ya veo. Pero todos piensan otra cosa.
ELLA: ¿Y qué dicen?
ÉL: Que la pasas encamada. Que si ubican quién es, la sancionan o echan.
ELLA:La gente habla porque es gratis.
ÉL: ¿Estas mejor?
ELLA: Sí. Vos sos el que pone la mu- sica a todo lo que da; ¿y no te dicen nada?
ÉL: ¿Yo? No.
ELLA:Dijiste que sos del octavo.
ÉL:Sí.
ELLA:¿No te golpearon nunca la puerta?
ÉL:Sí. Pero no imaginé- que era tema de conversación.
ELLA: Ahí- tenés.
ÉL: Ese es el del departamento de al lado.
ELLA:¿El ingeniero?
ÉL: Sí. Se mata a insultos con la esposa y pone el volumen alto para que no escuchen. Pero claro, para el resto es más fácil señalar para abajo, al repartidor.
ELLA: Tranquilo. La gente habla porque es gratis. A la expresión abierta y sin filtros de sus prejuicios lo llaman «opinión». (Aprieta botones en el tablero. Se escucha la misma secuencia de ruidos de motor y silbido.)
(El ascensor no se mueve.)
ÉL:(Se le nota en su expresión un cambio profundo, interno: un pensamiento lo invade.) Te tengo que pedir disculpas. Te juzgué- hace un momento.
ELLA: Ya está. Es lo mismo que hicimos ahora.
ÉL:Además… hace un tiempo te estuve siguiendo.
ELLA: ¡¿Qué?!
ÉL: Te seguí-a a escondidas. No sé. Por lo de los gemidos. Caí- en el discurso general del edificio. Decían que eras vos y comencé- a fantasear y te seguí-a para generar un encuentro casual, pensaba que quizás… podía pasar algo. ¡Perdonáme! ¡Perdonáme! ¡¿Cómo pude estar tan trastornado?!
(ELLA alza su pierna y con el pie empuja la bicicleta hacia ÉL, en un acto de generar una barrera física entre los dos.)
ELLA:Pensaste con tu otra cabeza. Muy común en los varones.
ÉL: Sí. Soy un asco.
ELLA: Pero si hacía eso, ¿no pensaste que podía estar con alguien?
ÉL:Te veía siempre sola. Pensaba que eras partidaria del amor libre o algo así.
ELLA:¿Este encuentro…?
ÉL: ¡No no no no! Te juro que fue pura casualidad. Lo que te digo fue antes. Pero ya cambié- eso. En un momento tuve como una revelación y dejé- de hacer esa salvajada. Por alguna razón, me acordé- de mi hermana.
ELLA:La caracterización de tu libido es muy compleja.
ÉL: ¡No no no! ¡Escuchame! Esto es lo que quiero decir: Mi hermana tuvo un A.C.V., un ataque cerebral y quedó con una «afasia», quedó con poco lenguaje verbal. Es decir, alguien le habla y ella demora en contestar porque se queda un momento pensando en encontrar la palabra que quiere decir, a veces le sale, a veces no; y parece tonta, pero no es tonta, quizá vos me entiendas, ella tiene un problema, y el resto no puede entender y esperar su ritmo. ¿Entende-s? De alguna forma noté- una relación entre mi hermana y vos. De algo que no se ve, más allá de lo que se ve.
(ELLA Aprieta un botón del tablero. Se escucha un ruido eléctrico. El ascensor se mueve.)
ELLA: ¡Ahí- arrancó!
ÉL:Sí. Esta- subiendo.
(ELLA mete su mano en el bolso. La extrae sosteniendo un teléfono celular. Toca la pantalla, desliza el dedo sobre ella.)
ÉL: Me vas a denunciar.
ELLA:(Lo mira fijo.) No. Estoy viendo mi agenda. (Mueve el dedo rozando la pantalla del teléfono.) Bueno. Si tu hermana necesita hablar con alguien o cualquier integrante de tu familia, tengo horarios disponibles.
ÉL: ¿En serio?
ELLA: Sí.
ÉL:Pero… Me interesa, sí-, pero no cuento con mucho dinero.
ELLA:Tranquilo. Una cosa a la vez. (Mete la mano en el bolso. La saca, sostiene un trozo de cartón impreso rectangular y pequeño.) Este es mi contacto. (Se lo extiende a ÉL.)
ÉL:(Lo toma, lo mira.) ¡Gracias! No sé- qué- decir. ¿Puedo ir yo también?
ELLA:(Silencio.): Sí. Tengo un «gas pimienta» en mi escritorio.
(Silencio. Risas.)
ÉL:¿No debería haber parado esto?
ELLA:Sí. Esto no marca nada.
ÉL: Tiene una pantallita.
ELLA:Solo hay signos. Numerales y asteriscos
ÉL:(Golpea el piso con el pie. Eleva la voz.) ¡Eh! ¿¡Qué- pasa?! ¡Ayuda!
ELLA: ¿¡Que- pasa con esto hoy?! (Mueve el dedo sobre la pantalla del teléfono que sostiene, se lo lleva a la oreja.)
ÉL: ¡Ayuda!
ELLA:No me da. No llama.
ÉL: ¡Eh! ¡Paren esto! ¡Ayuda!
ELLA:(Eleva su voz.) ¡Paren! ¡Paren!
(Ambos se miran. Sus miradas son graves. El ascensor se detiene.)
ÉL:¡Paró!
ELLA: Sí. (Mira el tablero.) No dice nada. No sé- en dónde estamos.
(Las puertas del ascensor se abren. Se invade el cubículo de una potente luz azul claro. ELLA y ÉL miran hacia afuera, más allá del ascensor, encandilados. El gesto de sus rostros se modifica, sus ojos se redondean. ÉL mira a ELLA, ELLA mira a ÉL. ÉL coloca la bicicleta sobre sus dos ruedas y la monta, mira a la mujer. Ella se sienta en el caño del cuadro de la bicicleta. Ambos miran hacia el frente, más allá de la puerta del ascensor. ÉL pone el pie en el pedal y da el impulso para arrancar el movimiento de la bicicleta.) OSCURIDAD
Segundo premio: En tu casa o en la mía
Autor: José María López Tórtola
José María López Tórtola vive en Iniesta (Cuenca). Ha publicado novelas y es autor de diversas obras de teatro y microteatro, género este último que cultiva desde 2017 y en el que ha estrenado obras en ciudades españolas como Madrid, Barcelona, Málaga y Albacete. Es reciente asimismo su interés por el cortometraje, para el que ha escrito y dirigido dos obras.
***
En medio del escenario un banco, al lado de éste hay una farola. Suena la música…
Aparece en escena una mujer que lleva un sombrero y un enorme bolso.
Ella, nerviosa, da dos vueltas al banco, se sienta, se levanta, se vuelve a sentar.
SOFÍA: No sé qué hago aquí… Y con esto en la cabeza. A cualquier ser humano que le guste que las mujeres llevemos esto en la cabeza, no tiene que ser muy normal…yo me voy.
(Se levanta a toda prisa y sale de escena. Segundos más tarde, vuelve a escena llevando el sombrero en la mano.)
SOFÍA:Me quedo, pero sin sombrero. (Mete el sombrero en el bolso.) Le doy cinco minutos, si no aparece me marcho. ¡¡Una cita como las del siglo pasado!! Con lo fácil que hubiese sido conocer alguien en un chat, o en cualquier aplicación de contactos, donde puedes realizar una videollamada y ya le ves el careto y si no te convence… con colgar el teléfono es suficiente. Así no te comes ese marrón. Pero no, yo voy a quizá la única agencia matrimonial que queda en la faz de la tierra, relleno un formulario sobre cuál sería el hombre ideal, o sea mi media naranja…y a los dos días recibo una carta, si una carta, con su sello. ¡Pero si ya no mandan cartas ni los bancos! Pero yo recibo una carta, con un sello de las olimpiadas de Barcelona y escrita a mano. Bueno, lo de escrita a mano hubiese tenido su encanto, pero es que el principio no pintaba bien. No, no pintaba bien. (Abre el bolso y saca la carta y comienza a leer.)“Querida SOFÍA, espero que a la llegada de esta te encuentres bien, yo me encuentro bien A.D.G”. ¿A, d, g? ¿Pero qué significa adg? Yo, me encuentro bien, pero de él tengo dudas significativas. ¿Pero quién escribe hoy en día cartas? Y ¿de dónde ha sacado un sello de las olimpiadas de Barcelona? Pero si el principio del escrito apuntaba maneras, el final ha sido apoteósico. (Leyendo.) “Rogando tenga por presentada esta comunicación, a los efectos oportunos” y como cualquier carta que se precie no le podía faltar una posdata. (Leyendo.) “No dude en ponerse en contacto conmigo para resolver cualquier duda al respecto.” Y además firma con una especie de garabato y no dice ni su nombre.
(Saca el sombrero del bolso y se lo pone.)
¡Me voy! no tengo duda alguna, este tío está como una regadera, pero yo estoy más, porque, si no, no estaría aquí.
(Mete el sombrero en el bolso, se levanta y se sienta varias veces y SOFÍA sale de escena, pero se deja olvidado el bolso en el banco.
Entra en escena FLORENCIO, lleva un ramo de flores en la mano, y un letrero en la solapa con su nombre y le grita a un personaje que está fuera de escena.)
FLORENCIO:¿Qué pasa? Me llamo Florencio, no Flor…encio, ¡Florencio! y me gustan las flores. ¿Algún problema? Matando todos los días cien tontos, en un año no se extinguen… Y además es que razón no le falta, si es que voy provocando. (Se quita el cartel de la solapa.) Con las flores es suficiente.
(Pasea alrededor del banco nervioso, se sienta, se levanta, hace acción de irse, vuelve, da otras dos vueltas al banco y se sienta.)
FLORENCIO: Lo imaginaba, no se ha presentado. Estos caraduras me la han vuelto a jugar, pero ¿cómo puedo ser tan pardillo? Me dicen que me han conseguido una cita, y yo voy y me lo creo. (Pone voz imitando a sus amigos.) “Te hemos conseguido la cita con la mujer de tu vida en una agencia matrimonial, SOFÍA.’’ ¿En una agencia matrimonial? Y no van y me dicen que han concertado la cita por carta, ¿una carta? Pero si nadie escribe cartas, bueno el Corte Inglés me felicita el cumpleaños con una carta. Madre de Dios, una cita con una carta y con alguien de una agencia matrimonial. ¿Todavía hay agencias de ésas? Seguro que está al lado de un videoclub, o lo mismo por la mañana es una agencia matrimonial y por la tarde es un videoclub. No está mal pensado, si no encuentras pareja, pues te llevas una película para que el día te sea más ameno. ¿SOFÍA? ¿O era Lucía? No estoy seguro, lo que si tengo claro es que ella llevará un sombrero. Raro, raro…es, pero más anómalo sería que en vez de uno llevase dos. (Pausa y se ríe.)La mujer de los dos sombreros. Yo creo que está bien llevar sombrero por si se presenta una buena ocasión para quitárselo.
(Entra SOFÍA en escena, que ha estado escuchando la última frase que ha dicho FLORENCIO.)
SOFÍA: Esa es una frase de Joaquín Sabina.
FLORENCIO:¿Te gusta Sabina?
SOFÍA:No sé quién es.
FLORENCIO:¿Y cómo sabes que la frase es de él?
SOFÍA:Por el café.
FLORENCIO:¿El café? No entiendo.
SOFÍA: No, por el café no, por el azúcar.
FLORENCIO:Ya, ya, el azúcar… ¿De caña o de remolacha?
SOFÍA:No, de sobre.
FLORENCIO:Claro, claro…más vale que sobre que no falte.
SOFÍA:Jaja, lo tuyo es el humor.
FLORENCIO:Explícate.
SOFÍA:Da igual… ¿Me pasas mi bolso?
FLORENCIO:¿Y cómo sé que es tuyo?
SOFÍA:¿Por qué te lo digo yo?
FLORENCIO:¿Y ya está?
SOFÍA:¿No te convence mi explicación?
FLORENCIO:Todavía no lo tengo claro.
SOFÍA:No hay nada que entender.
FLORENCIO:Primero el café, luego el azúcar.
SOFÍA:¿De qué hablas?
FLORENCIO:¿De cómo sabes que la frase es de Sabina si ni le conoces?
SOFÍA:Lo leí en un sobre de azúcar, que precisamente llevo dentro de mi bolso, que es ése que está en el banco.
FLORENCIO:¿Llevas sobres de azúcar en el bolso?
SOFÍA:¿Te ha dado un bajón de glucosa? ¿Quieres uno? ¿Me das mi bolso?
FLORENCIO:¡No!
SOFÍA:No… ¿a qué? ¿A lo del azúcar o a lo del bolso?
FLORENCIO:A las dos.
SOFÍA:La una en Canarias.
FLORENCIO:Jajaja…me ha tocado la graciosa del mes.
SOFÍA:Lo mejor será que comencemos de nuevo.
FLORENCIO:De acuerdo…comencemos. Hola… me llamo Florencio.
SOFÍA:¿Tú te llamas?
FLORENCIO:¡Florencio! Ya te lo dije.
SOFÍA:¿Y los demás?
FLORENCIO:¿Y los demás…qué?
SOFÍA:Que como te llaman los demás. Porque si afirmas que tú te llamas Florencio, das a entender que los demás te llaman de diferente manera.
(FLORENCIO hace acción de salir de escena a toda prisa, se lleva el bolso.)
SOFÍA: Oye…no te puedes ir así.
FLORENCIO:¿Por qué?
SOFÍA:Porque te llevas mi bolso.
FLORENCIO:–¿Y cómo sé que es tuyo? (Con ironía, examinando el bolso.)¿Lleva tu nombre? No lo veo… Sí, mira, aquí está: Chanel. ¿Te llamas así?
SOFÍA:Yo me llamo Chanel y los demás me llaman Coco. ¿Me das mi bolso?
FLORENCIO:¿Y cómo sé que es…?
SOFÍA:¿Es tuyo, Flor…encio?
FLORENCIO:¡¡Nooo!!
SOFÍA:Pues si no es tuyo, y aquí no hay nadie más que lo reclame. Entonces es mío.
(SOFÍA le quita el bolso a FLORENCIO de un tirón.)
FLORENCIO:¿El banco también es tuyo?
SOFÍA:No, pero si no hay nadie que lo reclama te lo puedes llevar.
FLORENCIO:¿Esto qué es, un sarcasmo?
SOFÍA:No le llamaría sarcasmo, más bien ironía.
FLORENCIO:¿No es lo mismo?
SOFÍA:El sarcasmo es una burla pesada, un comentario hiriente y a lo sumo una ironía mordaz.
FLORENCIO:Para mí es lo mismo.
SOFÍA:No hay cosa que más me moleste que la necedad luchando ante lo obvio.
FLORENCIO:Mal rollo, comencemos de nuevo…
(FLORENCIO coge del brazo a SOFÍA y la lleva hacia el banco. SOFÍA deja su bolso entre los dos y acto seguido lo retira al lado opuesto de él.)
SOFÍA:¿Comenzamos?
FLORENCIO:Me llamo…no, mi nombre es Florencio.
SOFÍA:Y te gustan las flores.
(FLORENCIO hace acción de levantarse del banco, SOFÍA lo coge del brazo y lo vuelve a sentar.)
SOFÍA: Encantada, Florencio. (Le da dos besos.)Mejor así.
FLORENCIO:Mejor, un gesto vale más que mil palabras.
SOFÍA: O sea, que para ti un beso lo cambia todo.
FLORENCIO:Por supuesto, un beso suele ser el inicio de algo bueno.
SOFÍA:No estoy de acuerdo. También puede ser el punto final de algo y no tiene por qué ser bueno.
FLORENCIO:¿El beso de Judas? Eso no existe, hoy en día nadie le da un beso a alguien por desprecio o traición, por compromiso no digo que no. Yo creo que el beso está sobrevalorado.
SOFÍA:¿Besamos por encima de nuestras posibilidades?
FLORENCIO:Pues ahora que lo dices, creo que sí. Se dan más besos de los que son necesarios.
SOFÍA: Pues perdona, no volverá a suceder. La próxima te beso en la mano, un beso en la mano es una muestra de admiración y respeto.
FLORENCIO:Es imposible, otro de tus sarcas…otra de tus ironías.
SOFÍA:¿Pedir perdón ante tu afirmación de que besamos por encima de nuestras posibilidades, es un sarcasmo, barra ironía? No te entiendo. Y dudo que alguien pueda hacerlo. ¿Tienes pareja?
FLORENCIO:¿Qué?
SOFÍA:Que si tienes novia, o sales con alguien.
FLORENCIO:En estos momentos, no.
SOFÍA:¡Ah!, lo siento.
FLORENCIO:¿Lo sientes? ¿En qué te basas de que fue ella la que me dejó?
SOFÍA:Porque a las mujeres nos gusta que nos besen. Y según tú, besamos por encima de nuestras posibilidades.
FLORENCIO:Eso lo dijiste tú. Yo solo afirmé que damos más besos de los necesarios. En un beso de diez segundos se transmiten 80 millones de bacterias.
SOFÍA:¿En serio?
FLORENCIO:Hay estudios que lo demuestran.
SOFÍA:De la disertación científica no tengo duda alguna. Lo que no me llego a creer que una persona como tú haga ese tipo de afirmaciones.
FLORENCIO:¿Una persona como yo? ¿Qué persona soy yo?
SOFÍA:Según mi criterio, existen cinco tipos de personas.
FLORENCIO:Cinco…ni cuatro ni seis…cinco. De los 8.000 millones de habitantes de la tierra tú los divides en cinco tipos. Me encanta tu precisión a la hora de clasificar. Ardo en deseos de oír la exposición que seguro realizarás.
SOFÍA:Sí, cinco: Los hay meticulosos, extrovertidos, simpáticos, aventureros y neuróticos.
FLORENCIO:Y seguro que me tienes catalogado en el grupo de los neuróticos.
SOFÍA: ¿Te consideras una persona inestable emocional con tendencia a sentir emociones desagradables como la ansiedad y la irritabilidad?
FLORENCIO:¡¡Nooo!!! ¿Tú me ves inseguro o inestable?
SOFÍA: No, no te veo… no reúnes las condiciones para ser una persona neurótica.
FLORENCIO:¿Extrovertido?
SOFÍA:¿Te gusta verte rodeado de amigos y ser el centro de todas las miradas?
FLORENCIO:Depende.
SOFÍA:¿Depende? … ¿de qué depende?
FLORENCIO: De según cómo se mire todo depende. Y antes de que reproches esta absurda tontería, diré que a todo el mundo le gusta estar rodeado de amigos y ser el centro de atención, aunque sea de vez en cuando.
SOFÍA:Pero además de eso, ¿te consideras egocéntrico y dominante?
FLORENCIO:¡¡¡No!!!
SOFÍA:Pues tampoco das el perfil de una persona extrovertida.
FLORENCIO: ¿Y no puede haber una persona meticulosa a la vez que extrovertida con una simpatía aventurera con tintes neuróticos llevaderos y que además no le guste dar besos?
SOFÍA:Sigo pensando que un beso es una muestra de amor o cariño.
FLORENCIO:En eso tienes razón, porque no hay mejor muestra de amor que un beso con lengua a tu pareja recién levantado.
SOFÍA:(Con cara de asco.)Por Dios… nunca lo había visto de esa manera.
FLORENCIO:¿Y tú qué?
SOFÍA:¿Yo? ¿Qué, de qué?
FLORENCIO:Que si tienes pareja o sales con alguien.
SOFÍA: No tengo, pero aspiro a ello.
FLORENCIO:¡¡Soltera y entera!! Y a tu edad.
SOFÍA: ¿Cómo que a mi edad?
FLORENCIO:Perdón, perdón. Comencemos de nuevo.
SOFÍA:Mejor lo dejamos aquí. Me tengo que ir.
FLORENCIO:Yo también…hasta luego.
(SOFÍA sale por un lado del escenario y FLORENCIO por el lado contrario. SOFÍA se da la vuelta y vuelve.)
SOFÍA:¡¡Florencio!! No te puedes marchar así.
FLORENCIO:Pero si has sido tú la que has dicho que te ibas.
SOFÍA:Ya, pero eso no tiene nada que ver. Lanzas una aserción insultante y te quedas tan ancho.
FLORENCIO:¿Aserción? ¿Cuándo he asercionado yo algo?
SOFÍA:Para tu información, aserción es afirmar o dar por cierto algo.
FLORENCIO:Perdóname que insista… ¿Cuándo he hecho yo eso?
SOFÍA:Cuando has relacionado mi edad con mi integridad sexual.
FLORENCIO:Mujer, no seas tan susceptible, lo he dicho sin ánimo de ofender.
(SOFÍA abre el bolso y saca un folleto.)
SOFÍA:Toma, esto te puede servir, y no te ofendas.
FLORENCIO:(Leyendo.): “Se precisan actrices para el rodaje de una película. Pruebas de lunes a viernes en…”
SOFÍA:(Le quita el papel de un tirón.)No, ese no. (Busca en el bolso otro folleto.)Este es el que te quería dar.
FLORENCIO:(Leyendo.)“¿Problemas de erección? ¿Eyaculación precoz? En clínicas Toston ponemos fin a sus problemas”. Esto es una muestra más de la publicidad engañosa.
SOFÍA:¿Engañosa? No te entiendo.
FLORENCIO:No hay nada que entender, está claro, todo esto es mentira. Y lo sé de buena tinta.
SOFÍA:¿Mentira? ¿No te han solucionado tus problemas de erección?
FLORENCIO:No, ni el problema de la eyaculación precoz tampoco.
SOFÍA:Vaya… lo siento.
FLORENCIO:¿Que lo sientes? El que tendría que estar consternado debería de ser yo.
SOFÍA: O tu pareja.
FLORENCIO:Pero si ya te he dicho que no tengo pareja.
SOFÍA:Normal.
FLORENCIO:¿Normal? ¿En qué te fundamentas para afirmar que es algo obvio que yo no tenga pareja?
SOFÍA: ¿Tú qué crees?
FLORENCIO:No creo nada.
SOFÍA: ¿Agnóstico?
FLORENCIO:Más bien ateo, estoy esperando que me demuestres…
SOFÍA:Es evidente que un hombre con problemas de erección con el añadido de la eyaculación precoz no es un buen partido para una mujer.
(FLORENCIO hace acción de marcharse, SOFÍA lo coge del brazo y se sientan en el banco.)
SOFÍA: No te enfades, que esos problemas se minimizan si el saldo de la cuenta bancaria es de más de seis cifras.
FLORENCIO:¿Otro de tus sarcasmos?
SOFÍA:Pues claro, tonto. ¿Comenzamos de nuevo? (Se acerca.)
FLORENCIO: De acuerdo.
SOFÍA: ¿En serio padeces de impotencia y de…
FLORENCIO:Mejor lo dejamos.
SOFÍA:No, no, comencemos. ¿Cuál es tu sueño?
FLORENCIO:Siempre he soñado ser licenciado de estadística descriptiva.
SOFÍA:¿Licenciado en esta…qué?
FLORENCIO:Estadística descriptiva.
SOFÍA: Como no te expliques.
FLORENCIO: La estadística descriptiva es la técnica matemática que obtiene, organiza, presenta y describe un conjunto de datos con el propósito de facilitar su uso generalmente con el apoyo de tablas, medidas numéricas o gráficas. Además, calcula parámetros estadísticos como las medidas de centralización y de dispersión que describen el conjunto estudiado. Por ejemplo, edad de una población, altura de los estudiantes de una escuela, temperatura en los meses de verano. ¿Tú eres más de estadística descriptiva o de estadística inferencial?
SOFÍA:¿Te estás quedando conmigo?
FLORENCIO: Nooo. Tú clasificas a los más de 8.000 millones en cinco tipos y no me ves a mí como estadista descriptivo, además qué narices. ¡Ese era mi sueño!
SOFÍA:Raro, raro eres un rato. No me imagino en qué momento de tu vida te das cuenta que el resto de tu vida la vas a dedicar a apuntar la altura de los estudiantes….
FLORENCIO:También contamos las patas de las abejas que habitan en una colmena de tipo layen, eso sí, solo las de las abejas trabajadoras, las patas de los zánganos nos son indiferentes.
SOFÍA:¿Y las patas de las abejas reinas de la colmena no las contáis? O mejor dicho, ¿no las clasificáis por el número de patas?
FLORENCIO:No es necesario, es bien sabido que en cada colmena solo hay una abeja reina, pero en determinado momento ésta pone huevos que darán origen a hembras que serán alimentadas de jalea real y… (Silencio.)
SOFÍA:¿Y?
FLORENCIO: Y que esta vez si te estoy tomando el pelo. ¿Cómo se te ocurre preguntar a una persona que casi no conoces por sus sueños?
SOFÍA: No sé si te conozco, pero alguna intimidad hemos compartido. Por algo se empieza, sí quieres te cuento cuál es mi sueño.
FLORENCIO:No es necesario, pero si te hace ilusión, haré un esfuerzo.
SOFÍA:Desde luego eres el rey de la motivación. Tú sí que sabes cómo ilusionar a una mujer.
(SOFÍA se levanta y hace acción de marcharse.)
FLORENCIO:Joder, joder, joder…perdona, no sé qué me pasa, pero hoy no estoy fino. ¿A qué adivino cuál es tu sueño?
SOFÍA: Sorpréndeme, soy toda oídos.
FLORENCIO:Mejor lo dejamos, porque diga lo que diga seguro que lo empeoro.
SOFÍA:¿Cómo que lo dejamos? De eso nada.
FLORENCIO:¿Por qué?
SOFÍA:Porque no y punto, ¿eh?
FLORENCIO:Una respuesta llena de argumentos.
SOFÍA:Pero quién va a analizar o como mucho objetar algo con alguien que no deja a su interlocutor que ni tan siquiera termine las frases y…
FLORENCIO:A lo que yo me refería…
SOFÍA:¿Ves? lo has vuelto hacer, no dejas hablar. Mejor dicho, no escuchas y eso es nocivo.
FLORENCIO:¿Nocivo?
SOFÍA:Sí, el problema de la sociedad actual es que escucha poco. Solo oímos el titular o como mucho el copete de la noticia y obviamos el cuerpo de la crónica.
FLORENCIO:Ahora sí que no te sigo.
SOFÍA:Tus palabras dan la razón a las dos afirmaciones anteriores: ni dejas hablar, ni escuchas. Insisto, debemos escuchar más y por supuesto antes de intentar opinar. Ahora, gracias a las redes sociales, todo el mundo se cree con derecho de pernada a la hora de opinar.
FLORENCIO:Una opinión es un juicio que se forma sobre algo cuestionable. Y yo creo casi todo en esta vida es cuestionable.
SOFÍA:Pero no me negarás que para poder opinar sobre algo, por lo menos tienes que estar bien informado sobre lo que vas a enjuiciar.
FLORENCIO:No necesariamente. La opinión puede estar influida por los intereses o deseos de la persona que la expone. Vamos lo que viene siendo una opinión subjetiva.
SOFÍA: Pero para saber si el individuo en cuestión se debe decantar por realizar una opinión subjetiva antes tiene que estar informado si hay algún tipo de interés en la cuestión a reseñar. (Se acurruca a él.)
FLORENCIO:Esta conversación no tiene ni pies ni cabeza.
(SOFÍA ríe.)
FLORENCIO:No es cosa de risa.
SOFÍA:¿Por qué?
FLORENCIO:Porque esto más que una conversación entre dos personas desconocidas, parece una discusión conyugal.
SOFÍA:¿Conyugal? ¿Tú crees que un matrimonio convencional tiene como tema de conversación la definición de lo que viene siendo una opinión subjetiva?
FLORENCIO:¿Y por qué no?
SOFÍA:Hay conversaciones que tan solo se hablan cuando dos personas todavía no se conocen…
FLORENCIO:Vuelvo a perderme.
SOFÍA:Está claro…las conversaciones entre parejas cambian a la vez que éstas avanzan y se consolidan.
FLORENCIO:–El amor no se asienta definitivamente, es más, yo creo que el amor debería de estar catalogado como algo volátil.
SOFÍA:El amor volátil. Como la gasolina… se evapora.
FLORENCIO:El amor es volátil. Que cambia o varía con facilidad y además de forma poco previsible.
SOFÍA:Visto lo visto, me parece que me voy a volatilizar. Porque me parece que lo nuestro no va a ningún lado.
FLORENCIO:¿Lo nuestro?
SOFÍA:Este encuentro fortuito y extenso diálogo, además sin conocernos.
FLORENCIO:Creo que a la gente nunca se le conoce del todo.
SOFÍA:Por supuesto, todo el mundo tenemos derecho a nuestra parcela para la intimidad. Dicen que si cuentas todo lo que sabes te arriesgas a que los demás sepan lo mismo que tú.
FLORENCIO:Y tú predicas con el ejemplo.
SOFÍA:¿Por qué dices eso?
FLORENCIO:Porque en la parcela esa que dices, tienes guardado hasta tu nombre, porque llevamos más de diez minutos hablando como si nos conociésemos de toda la vida y si mal no recuerdo no sé cómo te llamas, mejor dicho, cómo te llaman. O sea que, a lo tonto, no nos hemos presentado. (Le sigue SOFÍA.)
SOFÍA: (Ríe.)Es cierto… Florencio, mi nombre es Sofía.
(Ella se acerca para darle dos besos y FLORENCIO le hace la cobra.)
SOFÍA: –Sí… ¿no te besas con Sofías? ¡Ah!, perdón…que tú crees que besamos por encima de nuestras posibilidades.
FLORENCIO:Sofía…la del gorro.
SOFÍA:¿Qué gorro?
FLORENCIO:Sombrero… ¿no llevas sombrero?
SOFÍA:¿Debería de llevarlo puesto?
SOFÍA:Si te hace ilusión. (Abre el bolso y saca el sombrero y se lo pone.)
FLORENCIO: Vamos, no me jodas. Sofía, la de la agencia matrimonial.
SOFÍA:–¿La agencia matrimonial? ¿Tú eres el del sello de las olimpiadas de Barcelona?
FLORENCIO:¿De qué sello hablas?
SOFÍA:El que llevaba puesto la carta que me mandaste.
FLORENCIO:Yo no te mandé ninguna carta.
SOFÍA:¿No vienes de la agencia matrimonial Alter Ego?
FLORENCIO:Sí…pero la carta fue una encerrona de los cachondos de mis amigos.
SOFÍA:¿Entonces no buscas pareja?
FLORENCIO:Sí.
SOFÍA:¿Y qué problema hay de buscarlo por mediación de una agencia matrimonial?
FLORENCIO:No, problema no. Pero veo tétrico en estos tiempos el utilizar una agencia para encontrar pareja, además con un nombre horrible.
SOFÍA:Yo no lo veo tan horroroso. Alter Ego suena bien, es un nombre con empaque, además que creo que el fin justifica los medios.
FLORENCIO: ¿Qué el fin justifica los medios?
SOFÍA:Sí.
FLORENCIO: O sea, ¿que para ti en tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera?
SOFÍA:Esas son precisamente las palabras que yo buscaba.
FLORENCIO:¿Otra de tus ironías o sarcasmos?
SOFÍA:Parece mentira que no me conozcas. (Se sientan en un banco.)
FLORENCIO:Tampoco hace tanto tiempo de eso. Hace escasos minutos que sé tu nombre.
SOFÍA:Venga, va, yo creo que nos deberíamos ir.
FLORENCIO:Ahora… ¿Por qué?
SOFÍA:Vamos a ver… ¿Tú fuiste a la agencia?
FLORENCIO:No… fueron mis amigos…
SOFÍA: No importa quién tomase la iniciativa. ¿Tú buscas pareja? (Insinuación.)
FLORENCIO:Pareja, lo que se dice pareja… yo más bien busco…compañía…cono….
SOFÍA:Entonces ¿buscas compañía, un animal de compañía lo que viene siendo un perro?
FLORENCIO:Por favor, Sofía, otro sarcasmo más y…
SOFÍA: Es que pareces bobo. Llámalo como quieras… buscar pareja, buscar compañía, aunque esto suene como algo demasiado casto, lo importante es que por iniciativa propia o por la de tus amigos fuiste a la agencia en busca de pareja.
FLORENCIO:¿Es una pregunta? (SOFÍA pone cara de seducción.) Vale, vale lo que tu digas, continúa.
SOFÍA:Resumiendo… si lo que buscas es eso, lo mejor es irnos.
FLORENCIO:¿Irnos? ¿Dónde?
SOFÍA:Pues… a tu casa o a la mía.
Tercer premio: Sin móvil
Autor: Rodrigo Lorente Cachorro
Rodrigo Llorente Cachorro, residente en Valladolid, es autor de una serie de textos de teatro breve y de diversas obras dirigidas al público infantil, y ha formado parte durante más de 15 años de una compañía de teatro aficionado como actor y director.
***
Terraza de un restaurante. Un cliente está comiendo. Entra MANUEL y un camarero joven se acerca a él.
MANUEL: Buenas tardes, ¿para comer?
CAMARERO: Claro, ¿esa mesa le parece bien?
MANUEL: Sí, muy bien.
(MANUEL se sienta.)
CAMARERO: ¿Desea algo para beber?
MANUEL: Sí, una cerveza, por favor.
CAMARERO: En seguida.
MANUEL: Y me trae la carta.
CAMARERO: (Por el código QR de la mesa.) Aquí está, tiene que escanear el código QR. MANUEL: Ah, ya… pero… es que no tengo móvil.
CAMARERO: ¿No? Ah, pues no sé… Un momento, se lo diré al encargado.
(El CAMARERO habla con el ENCARGADO y este mira a donde está MANUEL y se acerca a él.)
ENCARGADO: Hola, muy buenas.
MANUEL: Hola.
ENCARGADO: El chico me ha dicho que no tiene móvil.
MANUEL: Sí, es cierto.
ENCARGADO: Pues ya no tenemos cartas impresas.
MANUEL: ¿Ni una sola?
ENCARGADO: No, ni una. Nos dieron un incentivo para no tener papel impreso, ya sabe, por salud pública, respeto medioambiental, digitalización del negocio… ¿Seguro que no tiene móvil?
MANUEL: (Se ríe.) ¡Pues claro!
ENCARGADO: ¿Pero se le ha olvidado o…?
MANUEL: No, no tengo. Dejé de usarlo.
ENCARGADO: Hoy día no se puede vivir sin móvil.
MANUEL: Sí, sí se puede.
ENCARGADO: No es una broma, ¿verdad?
MANUEL: ¡No, claro que no!
(El CAMARERO trae la cerveza.)
CAMARERO: Aquí tiene su cervecita fresca y unas aceitunitas.
MANUEL: Gracias.
(El CAMARERO se va y el hombre que estaba comiendo en la mesa de al lado se levanta y se dirige con él hacia dentro del restaurante. Cuando van a salir de escena, ambos hablan.)
ENCARGADO: Pues no veo cómo podemos salir de esta situación.
MANUEL: ¿Y no me podéis decir qué hay de comer?
ENCARGADO: (Molesto.) Es que hay mucho.
MANUEL: ¡¿Y si alguien me deja su móvil y así puedo ver la carta?
ENCARGADO: No, lo siento, no me pagan para eso.
MANUEL: ¿Y el de su compañero?
ENCARGADO: Eso no es cosa mía.
MANUEL: ¿Nadie puede dejármelo un segundo?
ENCARGADO: Si usted tuviera uno, no tendríamos este problema.
MANUEL: Ya… Bueno, ¿qué hacemos? ¿Me tengo que ir sin comer?
ENCARGADO: Un segundo, voy a decírselo al dueño, a ver si él sabe cómo resolver esto o si tiene alguna carta bajo la manga.
(El ENCARGADO se va. Regresa el hombre que se había ido al baño.)
PONCELA: (Con una amplia sonrisa.) Perdone que le moleste… No he podido dejar de oír la conversación de antes, ¿ha dicho usted que no tiene móvil?
MANUEL: Sí, así es.
PONCELA: ¡Vaya, el primero que conozco sin móvil! ¡Sí señor, con un par!
MANUEL: Bueno, tampoco tiene tanto mérito.
PONCELA: ¿Que no? ¡Es la leche, hombre, se lo digo yo! ¡Me tiene que firmar un autógrafo!
MANUEL: (Sonríe.) No soy tan importante.
PONCELA: ¿Le importaría que nos hiciéramos un selfi? Mi parienta no se lo va a creer.
MANUEL: Eso… me parece un poco excesivo, ¿no?
PONCELA: ¿No quiere hacerse un selfi conmigo?
MANUEL: No es eso, es que no lo creo conveniente… no nos conocemos.
(PONCELA le tiende la mano.)
PONCELA: Luis, Luis Poncela, encantado.
MANUEL: Manuel, lo mismo digo.
PONCELA: Manuel, aunque no quieras hacerte conmigo una foto, tú eres mi nuevo héroe. ¡Eres cojonudo, sí señor, un tío cojonudo! Por cierto, ¿qué ha pasado? ¿Has podido ver la carta?
MANUEL: No. De momento ni me dicen lo que hay, ni me dejan un móvil.
PONCELA: ¡Bah! (Saca de su bolsillo un móvil y escanea el QR de la mesa.) Toma, ahí está.
MANUEL: No sé si…
PONCELA: Cógelo, con toda confianza. Así no tendrás que aguantar a ese cretino de encargado; el chaval es majo, un poco lelo, pero majo. El encargado es infumable. Sé lo que digo, llevo viniendo aquí desde hace muchos años. Pero se come de maravilla, ya hay pocos sitios como este… y barato.
MANUEL: (Cogiendo el móvil.) Pues, está bien, muchas gracias.
PONCELA: De nada. (Se sienta.) Yo no podría vivir sin móvil.
MANUEL: (Mirando el móvil.) Todo es ponerse.
PONCELA: No, ya es tarde para mí; mi trabajo, mi vida… ¡Todo gira en torno a él!
MANUEL: Desde mi punto de vista, creo que ese es el gran problema.
PONCELA: Ya, te entiendo. ¿Sabes?, es un deber moral defender y ayudar a la gente como tú, que se enfrenta con valentía a esta sociedad deshumanizada, consumista y oprimida por la tecnología.
(Entra el ENCARGADO que, al ver a MANUEL con el móvil, pone los brazos en jarras.)
ENCARGADO: (De malas formas.) ¿Qué? ¿Al señor le gusta tomar el pelo a la gente?
MANUEL: (Sonríe con inocencia.) No, no… verá, es que me…
ENCARGADO: ¿Qué de qué se ríe? ¿Le parece a usted divertido?
MANUEL: Antes de nada, debería dejarme hablar. Este móvil no es mío, me lo ha dejado este señor para que consulte la carta.
ENCARGADO: (Al señor PONCELA.) ¿Es eso cierto, señor Poncela?
PONCELA: (Mira a MANUEL.) No, por supuesto que no.
MANUEL: ¿Qué? ¡Si… si acaba de dármelo!
PONCELA: No sé de qué me habla.
ENCARGADO: Además de cretino, mentiroso, ¿eh?
MANUEL: Oiga, yo le aseguro, le juro que este señor me ha dejado su móvil.
ENCARGADO: El señor Poncela es un cliente habitual y a usted no le he visto en mi vida, ¿por qué tendría que creerle?
MANUEL: ¡Yo no… él… le estoy diciendo la verdad. ¡Se llama Luis!
ENCARGADO: No, perdone, se llama Vicente.
MANUEL: ¿Cómo…? Ah, un momento, tengo la prueba, ¡este es su móvil!
PONCELA: (Saca otro del bolsillo.) No, el mío es este.
MANUEL: ¡No… no…! ¡Tenía dos!
ENCARGADO: Ya está bien. Señor, le pido amablemente que se vaya de aquí.
MANUEL: ¡Esto es increíble!
ENCARGADO: Señor, no me obligue a tomar otras medidas para que se vaya de aquí.
(MANUEL se serena, mira el móvil y se sienta.)
MANUEL: Está bien, está bien, somos gente civilizada, ¿no? Me iré. Dígame cuánto es la cerveza, la pago, me la bebo y me voy, ¿de acuerdo?
ENCARGADO: Está bien. Dos cincuenta. Acábese eso rápido, por favor, y le agradecería que no volviera más por aquí.
(MANUEL paga la cerveza. El ENCARGADO se va. PONCELA sigue comiendo con tranquilidad.)
MANUEL: Oye, ¿tú de qué vas?
PONCELA; ¿Perdona?
MANUEL: ¿Me puedes explicar a qué ha venido todo esto? ¿Qué cojones te he hecho yo para mentir y comportarte de esa forma?
PONCELA: Amigo, no es nada personal, pero eres un peligro para la sociedad.
MANUEL: ¿Yo? ¿Por qué?
PONCELA: Por el germen que llevas dentro.
MANUEL: ¿De qué narices me estás hablando?
PONCELA: No se puede vivir sin móvil.
MANUEL: Eso… eso es ridículo… No me conoces, no sabes nada de mi vida, no…
PONCELA: Te crees mejor que los demás, ¿verdad?
MANUEL: ¡No, claro que no! Sólo pretendo… Mira, no quiero vivir encadenado a esto, eso es todo. No obligo a nadie, pero tampoco quiero que nadie me imponga nada.
PONCELA: Ya, un espíritu libre. Si fuera por gente como tú, aún viviríamos en las cavernas.
MANUEL: Da igual, dejémoslo, jamás nos vamos a entender.
PONCELA: Mira, en eso estamos de acuerdo. ¿Me devuelves el móvil, por favor?
MANUEL: No. Ni hablar.
PONCELA: ¿Vas a montar otro espectáculo?
MANUEL: No, lo vas a montar tú.
(MANUEL tira el móvil dentro de la cerveza.)
PONCELA: (Ni se inmuta.) Lástima, parecía un buen móvil. Aunque quizá todavía tenga solución… El camarero sabe mucho de estas cosas. (Llama al CAMARERO.) ¡Camarero, por favor!
(Se acerca el CAMARERO.)
CAMARERO: Dígame, señor Poncela.
PONCELA: Este hombre ha metido el móvil en el vaso de cerveza, ¿se puede recuperar?
CAMARERO: Buff, no lo creo, una vez que se mojan… (Lo mira con asombro.) Pero… pero… ¡si es mi móvil!
MANUEL: ¿Cómo…? Yo pensaba que…
CAMARERO: ¡Joder! (Lo saca de la cerveza.) ¡Mi móvil, joder, mi móvil! (A MANUEL.) ¿Pero qué has hecho, gilipollas?
MANUEL: Oye, perdona… no sabía que era tuyo… él…él me lo dio y…
CAMARERO: ¡Desgraciado, me has jodido el móvil! ¡Te voy a partir la cara!
MANUEL: No, no… lo siento… ¡Creía que era el de él!
(El CAMARERO llega a darle un par de golpes, pero el ENCARGADO acude a tiempo para evitar más sangre.)
CAMARERO: ¡Déjame, ostias, déjame que le voy a inflar! ¡Ha tirado mi móvil a la cerveza!
MANUEL: ¡Me… me ha roto la nariz!
ENCARGADO: ¡Largo de aquí, idiota!
MANUEL: ¡Os… os voy a denunciar!
PONCELA: Hazlo si quieres, pero lo he grabado todo.
MANUEL: ¿Qué? ¡Tienes un grave problema…! ¡E… e… estás trastornado, estás enfermo!
ENCARGADO: ¡Cállate, gilipollas, y lárgate de una vez!
CAMARERO: ¡Te voy a romper el cráneo, payaso!
(El CAMARERO intenta volver a pegarle y MANUEL se va corriendo.)
CAMARERO: ¡Joder, no le dejes ir, yo sí que le voy a denunciar!
ENCARGADO: ¡Es un imbécil, déjale en paz, ya ha tenido suficiente!
CAMARERO: (Mirando su móvil empapado) ¡La madre que le parió!
ENCARGADO: Ya está bien, tranquilízate.
CAMARERO: ¡Puto anormal!
ENCARGADO: ¿Y cómo es que tenía tu móvil?
CAMARERO: ¡Pero qué dices! Tú me lo pediste.
ENCARGADO: ¿Qué?
CAMARERO: ¡El señor Poncela me dijo que tú se lo habías pedido para que pudiera ver la carta!
ENCARGADO: Yo nunca he dicho eso. ¿Señor Poncela?
PONCELA: Sí, está bien… lo reconozco, todo ha sido todo cosa mía. Perdonad si antes no os había dicho nada, tan sólo quería darle un escarmiento.
ENCARGADO: ¿Por qué?
PONCELA: No soporto a los idiotas que creen que se puede vivir sin móvil en pleno siglo XXI. ¿Y si la gente se lo cree? Solo defiendo mi negocio.
ENCARGADO: Joder, no me lo creo. Pues espero que ese fulano no nos denuncie.
PONCELA: Tranquilo, si es listo, no lo hará, tiene todas las de perder.
CAMARERO: ¿Y mi móvil?
PONCELA: No te preocupes, ahora llamo a la oficina y mando que te traigan la nueva versión del iphone. Déjame ese trasto, anda, copiarán la tarjeta y te instalarán todas las aplicaciones que tenías.
ENCARGADO: No, si al final vas a tener suerte y todo.
CAMARERO: (Le da el móvil.) Gracias, señor Poncela.
PONCELA: No hay de qué, es un detalle de MOVILINE por haber formado parte de su lucha contra la incomunicación. (Al ENCARGADO.) ¿Quieres cambiar el tuyo por un modelo mejor?
ENCARGADO: No, gracias, de momento no, apenas tiene unos meses. Pero le cojo la palabra para la próxima vez. Muy bien, pues le dejamos terminar de comer, señor Poncela. (Al CAMARERO.) Vamos, que tenemos mucho trabajo pendiente.
(Se van el CAMARERO y el ENCARGADO, y VICENTE PONCELA termina de comer mientras mira su móvil.)