Instrumentos musicales en el Museo Arqueológico Nacional


Publicado el 25 de abril de 2022.

Esta será la segunda visita de la serie que tenemos programada para 2022, después de la que hicimos al Museo Nacional de Artes Decorativas. Tendrá lugar el martes 10 de mayo de 2022, a las 17.45 horas (seis menos cuarto), y tendrá como tema “Instrumentos musicales en el Museo Arqueológico Nacional”. El número de plazas es limitado: máximo 19 personas. Tendrán prioridad los socios de Trotea.

La visita está abierta a socios de Trotea y a familiares o conocidos que les acompañen. Esnecesario que confirméis vuestra asistencia, no después del jueves 5 de mayo, a José Luis Díaz de Liaño (teléfono: 666 353 221; correo electrónico: jdl2008@hotmail.es). La visita ha sido preparada por Ángela Reina, a quien ya conocéis desde antes de la pandemia y que actuará nuestra guía después de esta largo interludio. Las plazas de adjudicarán por estricto orden de llegada de las solicitudes. El precio será de 5 euros para socios y 7 euros para no socios: en ambos casos, deberán agregar 3 euros como precio de entrada quienes no tengan cumplidos 65 años.

Nos reuniremos, pues, el martes 10 de mayo, en la explanada que hay detrás de la verja, frente a la fachada del Museo Arqueológico Nacional, en la calle de Serrano 13, a las 17.45 horas. Se ruega puntualidad.

Para información más detenida sobre la visita podéis seguir leyendo.

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Esta visita presenta un doble interés. En primer lugar, visitar las salas de un Museo que muchos ya conocéis sin duda pero que, después de la profunda reforma hecha hace unos años, constituye un ejemplo de institución museística moderna. En segundo lugar, recorrer la atrayente historia de los instrumentos musicales como vehículos de expresión que han acompañado al hombre desde tiempos remotos.

Instalación provisional en el Casino de la Reina

El Museo Arqueológico Nacional comparte hoy con la Biblioteca Nacional un inmueble que es, junto con el Congreso de los Diputados, el más ambicioso de los proyectados con finalidad pública en Madrid en la segunda mitad del siglo XIX. También comparte con él una nueva mentalidad, más próxima a poner de manifiesto la soberanía popular que la magnificencia de la Corona. Sin embargo, se diferencia de él en su agitada vida constructiva, que puede verse como un reflejo de la propia marcha del país en la época de su edificación.

El proyecto de un Museo Arqueológico Nacional se fraguó en 1862, cuando se decidió levantar a tal fin en la zona terminal del Paseo de Recoletos un edificio que, bajo la denominación de Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, acogiera tres instituciones: la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Pintura y Escultura (el conocido como Museo de la Trinidad) y el Museo Arqueológico Nacional.

Sin embargo, la creación oficial del Museo Arqueológico, al menos sobre el papel, no tuvo lugar hasta 1867, en que Isabel II firmó el Real Decreto correspondiente. En tanto se dispusiera del edificio previsto, se previó como sede provisional el llamado Casino de la Reina, una residencia de recreo, situada junto a la actual glorieta de Embajadores, que el Ayuntamiento de Madrid había donado en 1817 a Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. En ella debían instalarse las colecciones básicas, procedentes de tres fuentes: el Real Gabinete de Historia Natural (antecesor del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales), el Museo de Medallas y Antigüedades de la Biblioteca Nacional, y la Escuela Superior de Diplomática. Sin embargo, la realización de las obras necesarias, debido al estado deficiente de las instalaciones, retrasó la inauguración oficial hasta 1871, cuando ya estaba en el trono Amadeo I de Saboya.

Antigua entrada al Casino de la Reina, según una vieja estampa

Por fortuna, los fondos iniciales se enriquecieron pronto con numerosas donaciones y compras a particulares, como la colección del marqués de Salamanca. Tuvieron especial relevancia en esta tarea las Comisiones Científicas, integradas por personal del Museo, que recorrieron diversos lugares tanto de España como del extranjero. Destaca, por ejemplo, el viaje que en 1871 realizó la fragata Arapiles a Oriente, del cual regresó con una importante colección de objetos arqueológicos de Sicilia, Atenas, Chipre, la antigua Troya o Constantinopla.

La nueva sede, rehén de la agitada vida política y económica del país

Entre tanto, la construcción del edificio del paseo de Recoletos avanzaba con lentitud, debido a las dificultades financieras, e incluso se detuvo por completo durante varios años. El proyecto, encomendado a Francisco Jareño y Alarcón, arquitecto cultivador de un elegante neohelenismo (a él se debe también, por ejemplo, el Tribunal de Cuentas de la calle Fuencarral), se aprobó en 1865 y ese mismo año comenzaron las obras de desmonte. Jareño previó un edificio exento, rectangular, simétrico respecto al eje central, con cuatro patios en el interior y, en el centro, un gran espacio octogonal coronado por una cúpula.

Jareño permaneció al frente del proyecto hasta 1881, aunque en ese período se aprobaron varios proyectos parciales, como el que permitió añadir la hermosa verja de forja, de 700 metros de longitud, que rodea todo el complejo. Tras la salida de Jareño, en 1882 hubo incluso un nuevo proyecto general para alojar en el inmueble el Ministerio de Fomento, si bien no llegó a abordarse.

Finalmente, en 1884 se hizo cargo de los trabajos Antonio Ruiz de Salces, que concluyó el edificio ocho años después en su característico estilo ecléctico clasicista (quedan muestras suyas en varios edificios del barrio de Almagro). Para ello, mantuvo el proyecto de Jareño, aunque introduciendo pequeños cambios para dar al inmueble el aspecto que hoy tiene: sustitución del espacio central de planta octogonal por otro de planta central y eliminación de la cúpula prevista como cierre, remate de las ventanas de las fachadas con frontones triangulares, limitación de la decoración a los capiteles, cornisas y molduras.

Un inmueble para dos entidades culturales emblemáticas

En su configuración actual, el inmueble aloja dos instituciones. En el ala del paseo de Recoletos se ubica la Biblioteca Nacional, con una fachada imponente dominada, sobre una monumental escalinata, por un espectacular pórtico octástilo (ocho columnas). En el ala de la calle de Serano se emplaza el Museo Arqueológico Nacional, con una elegante fachada, caracterizada una escalinata más modesta y un pórtico con columnas dóricas en la planta primera y jónicas en la columnata de la planta segunda, que actúa como balconada.

El edificio se inauguró finalmente en 1892: después, por tanto, de 27 años de obras. Se dispuso de inmediato el traslado de las piezas conservadas en el Casino de la Reina, aunque surgió un nuevo inconveniente: si bien se preveía disponer de mayor espacio en la nueva sede, al Museo solo le correspondieron dos plantas del ala de la calle de Serrano, dos patios cubiertos y parte del sótano. Finalmente, la sede actual se inauguró en 1895.

De la “recreación de ambientes” a la renovación museográfica

En las primeras décadas del siglo XX, los montajes de las salas variaron poco, al mantenerse el criterio inicial de “recreación de ambientes de épocas pasadas” y exhibirse la mayor parte de las colecciones ordenadas cronológicamente o por tipologías. Hubo, no obstante, algunos cambios de orden museológico, al transferirse parte de las colecciones, como las de etnografía, arte oriental y americano, a los museos nacionales de Antropología, Artes Decorativas y América. Con ello se fue ganando también más espacio para los numerosos ingresos procedentes de hallazgos y excavaciones arqueológicas, como las cerámicas campaniformes de Ciempozuelos (Madrid) o la colección del marqués de Cerralbo, resultado de sus excavaciones en yacimientos celtibéricos.

Antigua sala de antigüedades egipcias y orientales del Museo, según una tarjeta postal de 1905

En todo caso, hasta la década de 1960 se extendió un período de provisionalidad, debido al carácter obsoleto de las instalaciones. En 1968 se acordó, pues, una importante remodelación, en la que se reformó todo el edificio y se reinstalaron las colecciones. Tras la inauguración en 1981, la sede pasó de poseer dos plantas, un sótano y una planta superior a tener cinco plantas, dos de ellas semisótanos y una entreplanta. Poco después, en 1985, se produjo otro cambio relevante, al transferirse a las Comunidades Autónomas las competencias en materia de excavaciones, aunque el Museo siguió enriqueciendo sus fondos mediante adquisiciones por compra y donación.

La reforma de 2008 a 2014

En 2008 se abordó una nueva remodelación del edificio, que inicialmente obligó a mantener como visitable tan solo una muestra de algunas de las obras maestras (“Tesoros del Museo Arqueológico Nacional”) y que en 2011 forzó al cierre total.

El Museo reabrió sus puertas en 2014, una vez finalizadas tanto la obra arquitectónica, responsabilidad de Juan Pablo Rodríguez Frade, como la nueva museografía, encomendada a la empresa Empty. Además de incorporar nuevos formatos museográficos, como soportes audiovisuales, se han aumentado la superficie útil y el espacio dedicado a exposición, distribuido ahora en 40 salas. Se exponen más de 15 000 bienes culturales, aunque muchos de ellos forman grupos que funcionan como una sola unidad, por lo que cabe afirmar que hay unas 13 000 unidades expositivas, pertenecientes en más de un 70% a la prehistoria y la protohistoria españolas. Las instalaciones, de grata visita, son modélicas desde el punto de vista museístico.

Sala moderna del Museo, después de la última reforma

Instrumentos musicales en el Museo Arqueológico Nacional”

El lema de la visita (“Instrumentos musicales en el Museo Arqueológico Nacional”) encierra dos mensajes. Por un lado, permite confirmar que la música, y los instrumentos que la hacen posible, acompaña al hombre desde fechas remotas: hace unos años se han descubierto en Alemania, por ejemplo, dos ejemplares de flauta hechas con hueso de mamut y de buitre leonado cuya datación se ha fijado hace 45 000 años, coincidiendo con la aparición de Homo sapiens en Europa. Por otro lado, el examen de los instrumentos musicales que se reproducen en esculturas, relieves, pinturas, etc. de las distintas épocas y entornos nos ayudará a entender el significado de los muchos actos, ceremonias y ritos con los que el ser humano se ha servido de la música como compañera de vida. Una perspectiva original, que sin duda nos sorprenderá.

Danza femenina: pintura rupestre de la cueva del Cogul (Lérida), datada hace 10 000 años

Como colofón, no detendremos unos minutos para admirar algunas de las joyas del Museo: la Dama de Elche y la Dama de Baza.



 

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